Lunes

PATRIMONIO NACIONAL

No entendiendo una palabra de automovilismo, esta mañana todavía ignoro si el pasmo de ayer se debió a un sabotaje o a que otros coches eran más rápidos que el de Alonso y parece digno de toda lógica que en una carrera ganen los más rápidos. Pero al menos me consuela que el Rey y Botín rentabilizaran el viaje en sentidos opuestos: el Rey pedía dinero y Botín lo ofrecía. Nunca hay que desdeñar el valor de estas puestas en escena que sitúan a Alonso en su justo papel, el de telonero en un espectáculo concebido esencialmente para ser representado entre bastidores. Nosotros podemos extraviarnos en boxes, confundir el pit-lane con el carril-bici o saltarnos una chicane por estar hablando por teléfono. Ellos no. Entonces, el desayuno de hoy se sume en la tristeza de un

bar donde cuatro parroquianos disertan sobre velocidad punta para a continuación preguntarse cómo podrán pagar el seguro de su utilitario.

Martes

TODOS A LA CÁRCEL

La semana pasada reté a quien creyera poder distinguir un imputado de un jarrón chino y hoy ha estallado la piñata procesal de Ángel Luna, a quien el PP acusa de cohecho y el juez ha llamado a declarar. Prescindamos de fatigosas cuestiones lingüísticas (como que "imputar" significa "atribuir" y por ello se pueden imputar tanto un pago como un delito) para abalanzarnos sobre el nudo gordiano: los imputados ajenos deben dimitir; a los nuestros se les aplica la presunción de inocencia. Es una máxima placentera que todos administran sin molestos chirridos éticos. Lo cierto es que ningún imputado, ni siquiera un acusado, tendría que dimitir acosado por juicios previos, pero alguien inauguró esta senda peligrosa y los intereses creados se adentran en ella con desparpajo admirable. Lo más probable es que Camps no pagara sus trajes y a Luna le pagaran en obras domésticas una minuta sustanciosa. Otro asunto es que un exalcalde pase a trabajar para un constructor de rango. Pero esto sería imputar pagos y no delitos. O un jarrón chino.

Miércoles

PARÍS-TOMBUCTÚ

Hablando de China, un amigo acaba de regresar de allí. Dos consecuencias no sé si ortodoxas pero sí naturales del capitalismo de última generación son que el fabricante europeo traslade su producción de zapatos, un suponer, a China mientras los chinos se instalan aquí para vender copias falsificadas de esos mismos zapatos fabricados en China. Me cuenta mi amigo que entró en los lavabos de la estación de Nankin y le sorprendieron sus apabullantes dimensiones. Miró a su izquierda y vio un espejo inmenso sobre una hilera aparentemente infinita de lavabos. Se aproximó y entonces descubrió reflejados en el espejo los rostros de varios chinos que le observaban acuclillados en las tazas. Se giró para descubrir con melancolía que los chinos evacuan en la misma posición que los occidentales y que los retretes de la estación de Nankin no tienen puertas. Podía ignorarlos, es decir acostumbrarse a ellos, o huir. Esta es la parábola del excusado que dono al nuevo orden económico global.

Jueves

MOROS Y CRISTIANOS

Hubo un tiempo en que España ganaba los partidos amistosos y perdía inapelablemente los decisivos. Hemos alterado este modelo de conducta y ahora los rivales se dedican a humillarnos en pachangas ante la imposibilidad de plantarnos cara en circunstancias trascendentales. También hubo un tiempo en que política era sinónimo de Parlamento y las estrategias de promoción audiovisual se dejaban para los estrenos de Almodóvar. Ahora, el Parlamento es un riguroso funeral de segunda y los partidos políticos aplican sus ingenios a la propaganda con resultados indescriptibles. En el caso de las elecciones catalanas, el PP edita un videojuego en que se bombardea a inmigrantes, una simpatizante del PSC experimenta un orgasmo al votar a Montilla, CIU presenta a un carterista con la bandera de España que roba a un peatón barcelonés, Monserrat Nebrera aparece semidesnuda en promesa de austeridad y Puigcercós se lamenta de que Cataluña sea rehén de una plaga de sanguijuelas. Yo quiero volver a ganar amistosos.

Viernes

PLÁCIDO

Si el presidente fue capaz de admitir ayer que la situación económica puede empeorar, es obvio que se avecina un cataclismo. Desde que las cámaras le captaron en un tris de descoyuntarse mientras hacía footing, el hombre ha percibido la fugacidad de la vida y ahora no pronuncia discursos sino epitafios. Le respondió, es un decir, Rajoy con un escarnecedor repaso de hemeroteca que desnudaba tanta frivolidad imprudente. Un ejercicio inútil por otra parte: hoy, Elena Salgado se ha sorprendido de que la gente busque trabajo en época de crisis, cuando lo sorprendente es que ella aún tenga trabajo. Sospecho que en las alturas enmoquetadas de los palacetes ministeriales no se capta el quejío callejero y esto explica que el miserere comience a degenerar en motín. Caldera cree haber hallado la solución: convertir a los parados en trabajadores en formación. Esto no da de comer, pero blanquea las estadísticas.