La BBC pasa por ser el referente de lo que debe ser una radio y televisión pública de excelencia. Entes públicos de todo el mundo, y también privados, miran con lupa el modelo británico, se fijan en la veracidad, exactitud y precisión de sus informativos, en la imparcialidad y diversidad de opiniones o en su integridad editorial. La BBC es un ejemplo de imparcialidad y de independencia y así queda reflejado en el contrato que presentan ante su audiencia en forma "decálogo de valores editoriales". En ese decálogo, en el capítulo dedicado a la independencia queda meridianamente claro que: "La BBC es independiente tanto del Estado como de los intereses de partido. Nuestra audiencia puede tener la seguridad de que nuestras decisiones no se verán influidas por presiones políticas o comerciales ni por ningún interés personal". El gobierno de turno puede cambiar en el Reino Unido que la dirección de la BBC seguirá siendo la misma. Priman la profesionalidad y el periodismo sobre la militancia política.

Sirva este preámbulo para lamentar la decisión inicial del Consejo de Administración de RTVE de aprobar el control político sobre el trabajo de los profesionales del ente público, que hubiera permitido a representantes de ese consejo el acceso directo al sistema de trabajo de la redacción de informativos (iNews). El tratamiento de la información, la jerarquía de las noticias, el buen uso de las fuentes, etcétera, es una responsabilidad exclusiva de los responsables de los servicios informativos, editores, redactores, etcétera, que nunca puede recaer ni ser controlada por los políticos que se sientan (y cobran por ello) en los sillones del Consejo de Administración de RTVE. Estamos ante una injerencia lamentable que nos retrotrae a tiempos que parecían ya superados, los de la censura y el control de la información.

Durante los últimos años, gracias al esfuerzo de periodistas como Fran Lorente y otros, la radio y televisión pública española se ha acercado a los estándares de calidad de la BBC, siendo así reconocido en el ámbito internacional. Lejos de reconocer esta realidad profesional y hacer bandera de ella, nuestros muy mal valorados políticos que están acostumbrados a manejar los medios públicos locales y autonómicos como herramientas de propaganda al servicio de su perpetuidad en sus respectivos reinos de taifas, han lanzado un misil directo al corazón de RTVE. El despropósito ha sido tal que ante las presiones de los profesionales se ha conseguido que revierta la situación y los políticos rectifiquen, pero sea como fuere hablamos de un auténtico dislate.

El Consejo de Administración de RTVE está formado por una docena de consejeros designados por PSOE, PP, Convergencia, Esquerra Republicana, Izquierda Unida y los sindicatos UGT y Comisiones Obreras. Rosario López Miralles, una de las representantes del PP en dicho consejo, ha sido la "ideóloga" de este disparate, respaldada fielmente por los representantes de CiU. Habría que preguntar a los miembros de CiU si estarían dispuestos a hacer algo parecido en la TV3 catalana. Pero sobre todo, llaman poderosamente la atención las abstenciones iniciales de PSOE, ERC y CC OO que habrían permitido que se aprobara este bochorno. ¿En qué estaban pensando? Solamente Izquierda Unida y UGT votaron inicialmente en contra de este intento de control político que pretendía el Consejo de Administración de TVE y que como ha denunciado el Consejo de Informativos ha sido, pese a no cuajar, un ataque directo a la libertad y la independencia de los profesionales de la información.