Hoy ciudad por lealtad y nobleza de quienes sus calles habitan. A los ciudadanos de este pueblo y forasteros que hasta aquí hoy llegan, se hace saber y ordena para publico conocimiento y obediencia de cuantos fueren o estuvieren en estas tierras. Que siendo tiempo ordinario, entre San Blas y Santa Agueda, y antes que se planten batalla don carnal y doña cuaresma, Los hombres y mujeres de las tierras de Uryula, celebrarán, mercado, juegos y justas y en ellas no han de faltar ni buenas viandas ni mejores caldos.

Que se venda y se compre cuanto artesanos, charlatanes , buhoneros, curanderos, campesinos , ganaderos y taberneros quieran y puedan vender .

Que convivan moros , cristianos y judíos, negros blancos y gentes de las tierras de oriente, sin privilegios ni señales sean cuales sean sus ideas, creencias o banderas.

Que se admiren las razas y se respeten.

Que hombres y mujeres sean una misma cosa y se apareen con quien quieran y como quieran.

Que los símbolos sean de amor y no de discordia, de unión y no ruptura, de respeto y no de batallas.

Que no hayan guerreros ni princesas, mas que las de los teatrillos y los títeres.

Que todos sean oriolanos y oriolanas, los que aquí nacieron o viven y los que sin nacer ni ser de estos lares, hoy los hacen suyos enmedio de tan feliz mercadería.

Que se cuelguen guirnaldas y gallardetes, acicálense las calles, balcones, fachadas, patios, corrales, córralas, chozas y covachas.

Que no quede rincón sin color, calleja sin olores, plazas sin sonidos y lumbre sin sabores.

Que mozos y mozas, lo sean mas halla de su edad y apellidos, y que a sus caras y cuerpos dejen dispuestos para la admiración y el regocijo del prójimo.

Que se llenen panzas y cerebros de caldos, licores y manjares, que ya habrá tiempo de acudir a brujos, barberos y curanderos para aliviar estos días con emplastos y pócimas de boticario

Que se admitan, eso si con el libre consentimiento, tocamientos y otros regocijos del cuerpo y del alma, aunque con el natural decoro ante la niñería, que también ha de tomar nuestras calles y plazas para llenarlas con sus gritos, juegos y risas.

Que las sonrisas pinten las caras y que el alma se envuelva en el olvido de los malos augurios, oscuras profecías y predicamentos de cuervos y otras aves de mal augurio.

Que aunque estos sean tiempos de escasas soldadas, por unos días, nos olvidemos de lo que mañana faltará en la bolsa y relajando el cinto, perdamos por una vez y sin que de precedente sirviera, el miedo al dispendio y al disfrute, eso sí, a sabiendas de que no toda felicidad es gasto.

Que para que los fríos sean menos fríos se combatan con buenos vinos, mejores mantas, y si se puede, con algún cuerpo ajeno que los calores de otras carnes suelen ser los mejores calores.

En definitiva que soldados, clérigos, nobles y villanos de esta o de cualesquiera otra villa sean una misma cosa: Pueblo.

Y que como pueblo vivan y disfruten intensa y felizmente en Orihuela de un mercado de leyenda. Es lo que se ordena y hace saber.

El Concejo Municipal.