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Un hombre ejemplar

Este martes ha fallecido en Sant Joan el ex concejal del Partido Comunista Carles Picó. Ahora que el ex ministro franquista Manuel Fraga está siendo divinizado, y que el juez Baltasar Garzón se sienta en el banquillo por investigar los asesinatos de la dictadura, no está de más que le rindamos un pequeño homenaje a uno de los referentes de la lucha por la democracia en la comarca de l'Alacantí, y me atrevo a decir que en todo el País Valenciano. El Carles Picó que nos acaba de dejar era un hombre de edad avanzada, pequeño de estatura, con sus gafas, su bastón y la cicatriz de la traqueotomía, que disimulaba de manera algo coqueta con un adorno en forma de media luna muy particular. Un hombre que era capaz de hacer callar a una asamblea entera de Esquerra Unida-en fin, reconozco que tampoco son baños de masas- con un simple gesto de la mano, pidiéndole a los compañeros que esperasen un segundo, que se iba a tapar la herida del cuello y nos iba a contar alguna historia.

Por ejemplo, la del 23-F. La noche en que Tejero secuestró el Congreso, Carles se fue a la sede de Comisiones Obreras, metió en bolsas los ficheros con los datos de los afiliados, se fue a un bancal y los enterró. Había vivido la guerra, sabía lo que era ver la avenida de Denia convertida en un campo de concentración, los muros del cementerio de Alicante hechos un matadero. Mientras Santiago Carrillo mantenía la dignidad en su escaño; Carles Picó y tantos otros camaradas borraban pistas y se organizaban por si había que volver al monte.

Durante la Transición, y a pesar de los cuarenta años de abusos, Carles Picó apostó por el olvido de la guerra, por la Constitución monárquica y la democracia. Y se volcó con su pueblo, dando ejemplo de trabajo y de honestidad a varias generaciones. Aguantó las defecciones de gente a quienes consideraba no ya sus discípulos, sino parte de su propia familia, y siguió siendo fiel a sus ideas hasta el último momento. Le recuerdo a sus ochenta años, ayudando a pegar carteles con el "No" a la Constitución Europea, esa estafa que nos está convirtiendo en un país del Tercer Mundo. Le recuerdo apoyando a los pobres, los inmigrantes, los parados, el Sáhara, Cuba. Y también defendiendo un Sant Joan más humano, donde no reinase la ley del ladrillo.

Después de tantos años de lucha, Carles Picó ha fallecido entre el respeto de sus convecinos de todas las ideas, y viendo además a un concejal de Esquerra Unida en el Ayuntamiento. Descansa en paz, amigo. Y gracias.

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