Que al caer la tarde del Sábado Santo, quien ha sido elegido por los legítimos representantes del pueblo de Orihuela para portar el Pendón enlutado de la ciudad, encabezando el Entierro de Cristo, reciba a dichos representantes y al pueblo en general para celebrar con ellos el más singular de los nombramientos, honores y privilegios que otorga la ciudad. Es el preámbulo de una tarde de contrastes que se hace lenta, demasiado lenta, a la espera de la más grande de las madrugadas.

Nos conminamos a vivir una tradición, muchas tradiciones, y como dijo alguien, el sentido de la tradición no es otro que el pasado revierta sobre el futuro vivificándolo. Desde el romanticismo en adelante, no ha habido movimiento intelectual o histórico que no haya defendido la tradición en base a que el hombre procede de un pasado y, por lo tanto, progreso y tradición no son realidades contrapuestas, bien por el contrario, están íntimamente vinculadas. Tradición es entregar. Esta tarde, entre brumas y primaveras volvemos a entregar nuestro pasado, sin renunciar un ápice a ganar el futuro. Lo haremos viendo pasar al apóstol joven, reclamando con él la presencia viva de la juventud, esa que diría el poeta que siempre avanza y siempre vence. También se nos entregará el recuerdo de los hombres que de sol a sol trabajaron y levantaron esta tierra, labrándola orgullosos contra viento y marea, haciéndola historia, arte y simbología en la Cruz de los Labradores.

Si la tradición viene del verbo tradere (entregar) contemplaremos el cuerpo sin huella de un hombre muerto por luchar por el amor, la paz y la libertad de los demás y acuñar para siempre la voz de: "Ama a tu enemigo", como mejor respuesta. Y al final la última de las entregas, la más dura, la que nunca se supera, la del sufrimiento. Decía Adolfo Aristaraín en uno de sus más celebres guiones: "Solo con pensar en la posibilidad de la muerte de un hijo, ni siquiera se me desgarra el alma, se me abren las entrañas para siempre".

Ella de riguroso luto, pequeña, pálida, mal disimulará esta tarde por las calles de Orihuela que tiene las entrañas rotas para siempre. Pero también nos dirá con su eterno sollozo que el que ama siempre esta expuesto al dolor. Esa es nuestra tradición. Es nuestro pasado que revierte en el futuro mas allá de las ideas, de las creencias y de las convicciones. Esa es nuestra tradición, que se renueva, que cambia en su envoltorio para mantener en el interior eternamente una semilla.

Hoy sin ir mas lejos, por primera vez en la historia, con la Corporación Municipal representarán en esta procesión al pueblo de Orihuela un hombre y una mujer venidos de otras tierras, de otros mares, de otras culturas. Como tantos otros que nos habitan, nos acompañan y nos comparten.

Esa es la evolución, el cambio, pero en nada cambia la tradición. Como dijo Vicente Alexandre en su discurso de entrada a la Real Academia de la Lengua: "Tradición y revolución. He ahí dos palabras idénticas".

Ilustrísimo señor Caballero Cubierto de la Procesión del Santo Entierro de Cristo, con estas dos palabras que trenza el excepcional poeta, podría construir sus méritos para encabezar esta tarde el Entierro de Cristo.

No creo que sea momento de leer su curriculum, pero sí de hacer una valoración ética de su paso por su particular historia y por la historia de esta ciudad. Permítame señor Caballero Cubierto que la base en el discurso más revolucionario y más tradicional de la historia. Será usted quien pase bajo las naves de la Catedral sin descubrirse, porque en esta sociedad en la que casi todo se compra y se vende, estuvo, está y estará con los pobres, con los que sufren. Ha sido, es y será, hombro firme para los que lloran y mano tendida para los que tienen hambre de pan y de justicia. Porque ejerce con humildad y sin aspavientos la misericordia. Porque nos consta que busca a los limpios de espíritu. Porque su aptitud y su ejemplo es una lucha constante por la paz.

Porque siempre estará al lado de quien pudiera estar privado de libertad por sus ideas y sus creencias; y en el fondo, ante una sociedad donde lo material muerde en ocasiones sin conciencia, es usted, como tantos otros, de alguna manera un preso por causa de la Justicia.

Reciba en nombre de la Corporación a la que represento el nombramiento de Caballero Cubierto. Con el orgullo de saberlo oriolano y sabiendo que usted encarna como pocos, aquella frase de Alexandre: "Tradición y revolución. He ahí dos palabras idénticas".

Por su interés, reproducimos en nuestra edición de hoy el discurso que la concejala de Festividades de Orihuela, Carolina Gracia, dedicó al Caballero Cubierto, Andrés Javaloy, el pasado sábado en el acto previo al inicio de la Procesión del Santo Entierro.