Les reconozco que cada vez que oigo al señor Rosell hablar no salgo de mi asombro.

Después de su exabrupto radiofónico en el que dudaba de la credibilidad del número de parados en España y de la inutilidad de los funcionarios, ahora se vuelve a desmarcar con otra lindeza. Esta vez ha sido en el programa Salvados de La Sexta, al cual, les reconozco, soy un adicto.

Parece ser ahora que, según el señor Rosell, la culpa de que en España no haya más emprendedores (el programa los denominaba con resignación emperdedores) la tienen los funcionarios. Continúa sacando de la chistera, cual conejo blanco, nuevas argumentaciones, cuando menos asombrosas, para atacar a los colectivos sociales que más están soportando los empujes de la crisis. Nuevas maniobras de distracción que no hacen más que aportar niebla sobre la compleja situación.

El señor Rosell afirma que, de forma intencionada, los funcionarios (está tan cegado que ni siquiera distingue entre funcionarios o empleados públicos) crean trabas burocráticas innecesarias que dificultan la creación de más empresas y que los emprendedores puedan sacar adelante nuevas iniciativas empresariales para crear empleo, sobre todo entre los jóvenes. De esta manera, los funcionarios consiguen su supervivencia porque si no "inventaran" estas trabas tendrían que prescindir de ellos. VamosÉ que si no se crean más empresas en España es por culpa de los técnicos y auxiliares administrativos que trabajan para las distintas administraciones, como si la falta de confianza, la falta de crédito para PYMES y las pocas ayudas no fuesen sino minucias que poco o nada tendrían que influir.

Dando por hecho que el señor Rosell tiene cierta razón en que cuantas más facilidades administrativas se den para crear empresas, mejor, tengo que destacarle ciertas matizaciones que ha pasado por alto, ya no me cabe duda que de forma premeditada:

Primero, la culpa de la falta de empresas en España no la tienen un grupito de funcionarios ruines metidos en un búnker con ganas de "joder", sino una situación económica, financiera y moral deplorable que está limando a todos los sectores sociales y económicos, no sólo a los emprendedores, y que comenzaron especuladores y banqueros puestos a jugar a la ruleta rusa.

Segundo, los funcionarios no tienen capacidad alguna para inventarse trámites burocráticos así, como si les surgiera de su ingenio. Las trabas o trámites burocráticos los crea el Gobierno de turno (por cierto, muy cercano a los intereses del señor Rosell) con la aprobación de leyes y reglamentos. Los funcionarios a los que se refiere el presidente de la CEOE no tienen más capacidad que la de aplicar lo que les ordenan desde los ministerios, so pena de expediente disciplinario, por incumplimiento de la legislación vigente.

Tercero, aunque se redujeran los trámites burocráticos hasta los límites más mínimos, los principales interesados en que se creen empresas son los propios funcionarios puesto que así tendrían más trabajo, se justificaría su existencia y se recaudaría más dinero que serviría para pagar mejores sueldos. La afirmación del señor Rosell es una total incongruencia.

Y, por último, decirle al señor Rosell que ya nos engañó a todos los españoles cuando la reforma laboral, prácticamente culpabilizando a los trabajadores por tener sueldos altos y vivir por encima de nuestras posibilidades.

Después de la aprobación de dicha reforma laboral por decretazo impuesto de la CEOE al Gobierno, y de este a los trabajadores, ya no les queda más obstáculos que la presencia testimonial de unos sindicatos muy mermados y de una Administración cuya misión es el control institucional y velar por los intereses generales que, por cierto, el señor Rosell desconoce. Una vez caídos estos muros, todo el monte será orégano.

Ya no tragamos más.