Las matemáticas, además de desarrollar la intuición y el espíritu crítico, constituyen un elemento insustituible de formación en el rigor, formalismo y razonamiento. Sin embargo, niños, jóvenes y adultos suelen estar poco interesados en el desarrollo de su destreza matemática y los estudiantes, en algunos casos, experimentan desasosiego cuando presienten que la hora de la clase de Matemáticas se acerca. Este rechazo a las matemáticas es la consecuencia directa de la influencia de variables de naturaleza cognitiva y emocional: por una parte, la dificultad objetiva de las matemáticas como disciplina y, por otra, la manera subjetiva con que el individuo afronta esta dificultad.

Sin embargo, la opinión mayoritaria es que las matemáticas juegan un papel importante en la sociedad. En efecto, las matemáticas están presentes en cualquier faceta de nuestra vida diaria: el uso de los cajeros automáticos de un banco, las comunicaciones por telefonía móvil, la predicción del tiempo, las nuevas tecnologías, la arquitectura€ e incluso, aunque no es tan conocido, también en una obra de arte, en la música, en la publicidad, en el cine o en la lectura de un libro. De hecho, muchas veces el papel que juegan las matemáticas en la vida cotidiana es el de detectar mentiras y engaños que, en ocasiones, se producen en las facturas con el IVA desglosado, en un crédito financiero, en las tasas de interés de un préstamo hipotecario o en la adecuación de los salarios a la pérdida de poder adquisitivo. Incluso el sistema ISBN de los libros o el propio NIF que identifica a cada persona presenta algún factor de comprobación basado en el concepto matemático de congruencia.

En este sentido, una de las formas más efectivas de motivar y cambiar esta percepción negativa de las matemáticas consiste en establecer y presentar, de una forma amena, la conexión existente entre las matemáticas y estas otras disciplinas o actividades directamente vinculadas con la vida cotidiana. Así, el curso de verano titulado Los números en la sociedad que se llevará a cabo en julio en la Universidad de Alicante, dentro del programa de cursos de verano Rafael Altamira, es una de las actividades encaminadas en esta dirección y en el que se planteará además una perspectiva histórica de la matemática que proporciona una visión dinámica de la evolución de la ciencia. Será la primera ocasión en la que un curso de verano de esta índole será impartido en Alicante y, de acorde a los objetivos que persigue, espero que satisfaga las expectativas de asistencia generadas.

En definitiva, el planteamiento de actividades orientadas en este sentido pueden ayudar a subsanar esos problemas de tipo emocional que una gran parte de nuestros conciudadanos presenta hacia las matemáticas e inculcar que estudiar matemáticas puede llegar a ser una experiencia apasionante y cautivadora, incluso aunque nunca se llegue a niveles muy avanzados de entendimiento.