Existen algunos tópicos considerados demasiado a menudo incontestables que, cuando se analizan con cierto detenimiento, suelen caerse abajo estrepitosamente. Por ejemplo, que los servicios públicos se gestionan mejor si lo hace la iniciativa privada y que resulta mejor gestora de esos mismos servicios la derecha que la izquierda.

Veamos qué ha pasado en Elche al respecto.

Servicio de limpieza. En el año 2.012 se encerró la alcaldesa con la empresa concesionaria y de ahí salió la empresa con menos contenedores, menos rutas de recogida, sin barrido y baldeo los fines de semana, con cincuenta trabajadores menos durante seis meses al año, con tres años más de prórroga de la contrata... y la ciudad más sucia. Mucho más sucia. Como única justificación se esgrimió que se había conseguido la recogida diaria, una milonga que sirvió de pantalla y que sólo funciona en el centro de la ciudad con el único resultado de que puedes pensar que el contenedor antes estaría lleno y ahora se supone vacío los sábados por la noche.

Servicio de agua. Gestionado por Aigües d'Elx, sociedad con el 51% de propiedad municipal. A lo largo de 2.012 el Ayuntamiento entregó al socio privado el control absoluto de sistemas esenciales en la compañía como la gestión financiera y administrativa. Hasta tal punto que hoy se prestan fuera de la compañía. Incluso, personal de Aigües, pagado por todos los ilicitanos, trabajan para otros municipios al servicio del socio privado. Inaudito. Tras esta dejación de responsabilidades por parte del Ayuntamiento se ha disparado el recibo del agua. Les sugiero que comprueben sus tres últimos recibos.

Por último, el transporte público. Un servicio al que el PP aplicó su receta de subir la tarifa. Medida tan ideológica como subvencionarlo. El resultado fue la pérdida de un millón de pasajeros y una más que dudosa mejora de la rentabilidad. Y ahora, de manera tan repentina como inopinada, se prorroga la concesión a la empresa por diez años más doce y medio si se cuentan desde ahora-. Hasta 2.026. Una concesión que no vence en este mandato municipal, sino en el próximo. Incomprensible? a no ser que se proyecte la sombra de la sospecha que, a menudo, suele rodear a este tipo de concesiones. ¿Alguien piensa, de verdad, que podemos hoy saber las necesidades de transporte público de 2026 en Elche?. ¿Se dedicará, a continuación, esta alcaldesa a rastrear concesiones que venzan en el 2023 para prorrogarlas hasta 2048?.

He aquí la situación en que ha dejado a los principales servicios municipales la pasión privatista del PP y su alcaldesa. La probada eficacia de la gestión privada ha conseguido la muy meritoria hazaña de hundir el servicio de limpieza, encarecer el transporte y juntar ambos logros en el agua. La convicción liberal del equipo de gobierno ha hurtado el control de los servicios al municipio y lo ha puesto en manos de las empresas que, eso sí, han mejorado sensiblemente su cuenta de resultados. Singular ejemplo de ello es el caso de la empresa de aguas que ha aumentado notablemente sus beneficios en el momento de menor consumo a base de subir espectacularmente el recibo a los ilicitanos justo cuando más problemas tienen para pagarlo.

Inigualable hazaña de la filosofía económica de la derecha. Hay que admitirles que, tras dos años de innegable esfuerzo han conseguido llevar la calidad de vida en la ciudad a cotas tan bajas que jamás había conocido Elche. Brillante lección de liberalismo económico e insensibilidad ciudadana. Esa insensibilidad con la que esta alcaldesa trata permanentemente a quienes la votaron.

Y en todos los casos la sombra de la sospecha. La sospecha de que ahora que a todos los ilicitanos les va tan mal, alguien hubiera decidido que le fuera bien.