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Un palooo, un palooo...

Sí, eso es lo que le están metiendo a los compañeros y compañeras que asistieron a la concentración el día de la inauguración del Ave. Un palo y no precisamente de madera, sino el palo tipificado dentro de los gastos inesperados que repercuten en la economía doméstica, ese que te causa sorpresa por lo incomprensible del mismo. Este palo que se puede desglosar por tipologías: palo en educación, en sanidad, en los impuestos indirectos, en la ley de dependencia, en la deuda ilegítima, en la vivienda y ahora también en forma de sanción por defender nuestros derechos fundamentales.

Este palo se llama 1.000 euros a cada persona identificada a través de información gráfica y visual , nada de pedir documentación; ahora las técnicas son las del espionaje, el recelo, jugar con el miedo evitando la violencia física, siempre más mediática que la violencia económica.

Salimos a la calle por ese genocidio financiero, porque nos parece un abuso el gasto en el AVE. Recordemos: 1.920 millones de euros el tramo Albacete-Alicante, el equivalente a 447 escuelas públicas de infantil y secundaria, 76 hospitales que den servicio a 70.000 personas, 80.000 profesores interinos, 292 institutos de enseñanza secundaria y un largo etcétera.

Salimos a la calle por el palo que está recibiendo nuestra economía pública, sí, la que pagamos todos, a la que contribuimos todas y muchos contribuyen por encima de sus posibilidades, la clase obrera, la mano de obra, la que hace posible que el engranaje de este sistema que nos asfixia, el capitalista, siga viviendo. La paradoja de estar alimentando al que te ahorca, ese es el gran palo.

Salimos a la calle en defensa de nuestros derechos, de poder tener acceso a una vivienda digna y en contra de los desahucios, de tener acceso a la educación pública y de calidad y no a la mendicidad a la que están abocados los alumnos y los padres, de tener una sanidad pública y evitar que un enfermo crónico tenga que morir porque no pueda hacer frente al gasto de las medicinas. Estamos en contra de quedarnos en casa sabiendo que la ruta de este sistema es seguir dándonos palos físicos y económicos.

Tener claro quiénes somos y porqué vienen a por nosotros no es nada conspiranoide, es un hecho: somos su mano de obra y quieren tenernos controlados, callados, enredados en el shock del miedo. Esto lo sabemos bien los que ya llevamos tiempo haciendo de la calle nuestro lugar de lucha y reunión, la defensa de nuestros derechos y el altavoz ante la ciudadanía.

Nos proponemos construir una defensa conjunta, porque sabemos que sólo así podremos tumbar los propósitos del gran capital, solo así tendremos suficiente fuerza para conseguir aquello por lo que luchamos. Nos venden la moto diciendo que están haciendo lo que deben, no sé si hacer lo que deben es pagar sobresueldos a subcontratas en lugar de optar por una gestión pública, tirarnos de nuestras casas en lugar de facilitar unas viviendas sociales o pagar una deuda ilegítima que sólo beneficia a los bancos en detrimento del desarrollo de nuestros derechos, no sé si hacer lo que deben es dejar morir a enfermos crónicos y vaciar de contenido una Ley de Dependencia en aras de la Marca España.

Los que vivieron por encima de sus posibilidades, los que distribuyeron las ganancias de una burbuja inmobiliaria en la construcción de macroproyectos y macroinfraestructuras , los que despilfarraron nuestro dinero moviéndose a golpe de talón son los que ahora nos piden a nosotros que aguantemos el palo.

Cuando salimos a la calle lo hacemos para defender los intereses del trabajador, del parado, del estudiante, del enfermo, del inmigrante, de la persona de a pie que no llega a final de mes, del pensionista. A fin de cuentas salimos a defender las siglas de la clase obrera, su historia es mi historia, nuestra historia, al igual que su palo, es mi palo y nuestro palo.

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