UN PLAN MAGNÍFICO

Descartada una imposible síntesis en el tema del aborto (cómo podría haberla si para unos es crimen lo que para otros es derecho), cabe preguntarse qué ha impulsado al gobierno a embarullarse al respecto precisamente ahora. Por primera vez en dos años de legislatura agónica, puede enarbolar algunos indicios económicos agradables, la oposición parece el plató de un especial navideño y Artur Mas se esfuerza en comportarse como un híbrido de profesor chiflado y Nostradamus. La única explicación medianamente razonable en un país en que éstas siempre se han considerado una excentricidad, es que el PP ha decidido ser su propia alternativa a falta de aspirantes externos y, tras convertirse en el partido de los neoliberales pero también en el de los intervencionistas, ha ampliado su registro ideológico enfrentándose consigo mismo en un tema que nadie recordaba. Los resultados están siendo óptimos: han regalado a Elena Valenciano y Rubalcaba un kit de frases hechas sobre niños deformes y madres desesperadas.

SUSPIROS DE ESPAÑA

Un primer comentario sobre el discurso de hace unos momentos del rey es naturalmente el del significante. Si hace un año apareció apoyado contra la mesa en una pose forzada, esta noche se ha sentado tras ella, que es para lo que se inventaron mesas y sillas, lo que permitía introducir un matiz sibilino en la escena, un ejemplar de la Constitución descuidadamente colocado ante él. Matiz por otra parte inútil: TV3 había convocado una huelga coincidente con el horario del discurso con lo que Artur Mas no podría captar la sutileza. El problema inherente a las declaraciones institucionales es que precisan una lectura interlineada o, siendo ágrafos, interpretar si las pausas o énfasis que percibimos encierran un mensaje encriptado o se deben a un inminente golpe de tos. El rey no suele decir gran cosa desde que su yerno pasó a ser «Urdangarín» a secas, pero se esperaba que al menos aludiera al carajal autonómico. O que tosiera. Si lo ha hecho, yo no me he enterado.

NAVIDAD X

Hoy se estrena «Nymphomaniac», la penúltima gárgara de Lars Von Trier. Von Trier es un director empeñado en que los críticos dejen de tomarle en serio y que paradójicamente consigue lo contrario cada vez que alumbra uno de sus engendros audiovisuales. A los franceses siempre les han fascinado estos autores incomprensibles que aspiran a la trascendencia y de cuando en cuando vitorean, más como un gesto de condescendiente superioridad dirigido al cine estadounidense que como reconocimiento riguroso del talento. El caso de «Nymphomaniac» promete desbordar incluso esta pródiga tolerancia: una adolescente que necesita copular diariamente al menos con diez hombres. Todo un martirio diseccionado durante cuatro horas y media que intuyo agotarán mucho más al espectador que a la protagonista. Cuando por fin aparezca en pantalla el salvador «fin», los supervivientes hallarán una moraleja incuestionable: dos mil años de navidades han parido a Lars Von Trier. Odio la navidad.

RUINA HISTÓRICA

Si Egipto son sus pirámides o Nueva York la Estatua de la Libertad, la comunidad valenciana cuenta desde hoy con su Taj Majal de cartón piedra: el Palau de les Arts de Valencia. Costó lo que diez salas de momias del Museo Británico y esta noche ha sido cerrado por culpa de unas goteras. Es otra momia, pero de un rango faraónico singular: cuatrocientos millones de euros que han culminado en una cuadrilla de fregonas que chapotean sobre la moqueta. Puede que el arquitecto Calatrava sea otro Von Trier, aunque infinitamente más caro, ya que sus crecientes excesos megalómanos nunca ha mermado el entusiasmo de muchos mecenas públicos. Escucho un comunicado de urgencia del Consell, que cuenta con nueva portavoz para problemas eternos: la Generalitat adoptará todas las medidas legales (adoptar medidas ilegales parece fuera de cuestión incluso para la Generalitat). Lo cual que Calatrava puede seguir tocando la lira.

A LA GALLEGA

No podría asegurarles si Rajoy estaba irritado con los periodistas o con los ausentes a quienes citaba sin citar: Mas y los empresarios eléctricos. Del primero ha comentado que él no habla de lo que no se puede hablar, el reverso del regio «hablando se entiende la gente» que inauguró este vodevil, y a los plutócratas de la bombilla les ha reservado un puyazo de tercio de varas: la luz subirá el 2,3 % y no el 12 %, como pretendían esos apóstoles del sacrificio ajeno. Teniendo en cuenta que ayer se rumoreó que la subida sería del 3 %, el lobby incandescente debería agradecer que Rajoy no haya esperado hasta el lunes ya que entonces la subida habría sido probablemente del 2 %. Más relajado y leyendo su habitual epístola, ha profetizado el regreso al edén para 2014. Sonaba a «muchos son los damnificados y pocos los enriquecidos», que es al fin y al cabo lo que ha venido haciendo hasta ahora.