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¿Qué cambiarías si fueras político?

Vistos los discursos proferidos por los distintos políticos con un alto contenido en ardientes declaraciones, más propias de una reyerta que de una campaña electoral. Vistas las comparaciones, los adjetivos al límite de la injuria y las frases que no suenan sino que chirrían. Visto el ajetreo que se pone en movimiento en mítines o en encuentros frecuentes durante la campaña electoral, liderados por políticos de todos los colores y banderas que se regocijan atacando al contrario como herramienta de defensa, resulta fatal ver como nuestros políticos ofrecen un panorama de rivalidades triviales, con afán sólo de aplastar al contrario.

Cualquier actuación es buena para ganar votos cuando impera entre la población el descontento político.

No se puede contentar a todos, las ideologías y sentimientos son características personalísimas, lo que para unos es bueno, para otros puede resultar perjudicial porque no concuerda con sus intereses.

No sé qué pensar de algunos políticos. Algunos parecen hechos de pan de oro, usan apelativos como la chica de ayer, que así se definía Valenciano. Toda una reliquia. Para méritos los del presidente de la Comunidad de Madrid: Ignacio González manda a la chica de ayer a su casa, en medio de un acto en Pozuelo que conmemoraba el día de Europa.

Tras rasgarse las vestiduras y dispuesto a conseguir ganar las elecciones, Pérez Rubalcaba, aseguraba que Obama acertó, Merkel se equivocó. Siguiendo en la línea de romper trapos, en tono irónico afirmaba que Cañete no estaba en la lista del Financial Times como persona influyente donde si había aparecido Valenciano.

Entre marionetas e interpretando, Cañete siguió cobrando vida en sus mítines aludiendo a su superioridad intelectual frente a Elena Valenciano, que el debate entre un hombre y una mujer es «muy complicado» porque «si haces abuso de superioridad intelectual parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa». Comentario poco afortunado que ha servido de comedia burlona a la oposición.

No quiero pensar en la respuesta, poco propicia, de Cayo Lara a las declaraciones de Cañete, diciendo que había «orinado fuera del tiesto».

O la candidata Ana Miranda, que pedía a la ciudadanía que no permita una Europa llena de «Cañetes» porque «sólo sirven para aplicar las consignas de la «troika», para aplicar con servilismo las políticas de recorte» de «lobbies».

Entre tanto unos hablaron del gol de la honra, otros del ofertón, otros que si los partidos pequeños caben en un taxi. Había hasta imperativos amenazantes: votáis a Cañete u os meto una paliza.

Levantar a un país es una cuestión de honor, y desde luego deben ser un claro ejemplo los que nos representan. De todas las frases desafortunadas que han mantenido la guerra electoral me quedo con esta «Ganaremos como hacemos las cosas (...) como señores».

Espero que se siga por ese camino, con señorío, nuestros derechos son nuestro futuro y no las verborreas que se quedan en el aire propiciadas con quienes se nutren de baños de multitudes.

Entre tanto derroche de calenturas políticas y contenido hueco, he echado de menos lo que no he oído, un discurso político que se preocupe por la educación en nuestro país que bastante deja que desear, y en la cola con altos índices de fracaso escolar estamos. O tenemos muchos jóvenes torpes e ineptos o aquí falla el sistema, me quedo con lo último. Echo de menos un discurso que se comprometa a erradicar el absentismo escolar con medidas inmediatas de reacción ante estas situaciones. Sólo en Alicante, hay unos seiscientos casos, esto es una barbaridad, a pesar del magnífico equipo de especialistas siguen faltando recursos económicos. Un discurso que se preocupe por los hospitales que se cierran y dejan sin una adecuada asistencia a tantos niños que padecen cáncer. Esto último me horroriza.

Echo de menos un discurso que se preocupe de las personas que todavía duermen en la calle, que ni servicios sociales ni Cáritas dan abasto a pesar de la buena gestión, porque carecen de suficientes medios. Un discurso donde me garanticen que no habrá tantas personas ingresadas en los pasillos de los hospitales, soportando condiciones indignas tanto enfermos como familiares.

He echado de menos un discurso político donde se garantice a los emprendedores y las pequeñas empresas que los bancos les concederán préstamos y ayudas para fomentar la actividad empresarial. Donde se vea transparencia en las concesiones de los créditos ICO, que no se queden en el área del enchufismo. Un discurso que erradique la economía sumergida y deje que fluya un mercado ideal con una radical bajada de impuestos para dar igualdad de oportunidades, atraer a los emprendedores a crear empresas dentro del marco legal y generar empleo.

He echado de menos tantas cosas...

Abogo por una política digna, por una ideología defendida con honestidad, por ganar los votos exponiendo un programa sin la necesidad de insultar, despreciar o menospreciar a oposición ni coaliciones ni a otros candidatos. Quiero al político fiel sin afán de protagonismo y con la única pretensión de ayudar y velar por los intereses de los ciudadanos. Creo firmemente en la capacidad de las personas. La tarea de un líder debe ser generar confianza no tambalear a los ciudadanos con discursos de ataque al contrario. Eso es signo de desconfianza hasta en sí mismo. ¿Cómo no va a crujir la estructura social?

Si fuese política... cuántas cosas cambiaría.

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