Afalta exactamente de un año para que acabe la actual legislatura municipal, una de las promesas estrella del PP, la reconstrucción del deteriorado barrio de San Antón, no se ve por ningún lado. El programa con el que Mercedes Alonso se presentó en 2011 a las elecciones municipales en Elche decía textualmente: «En colaboración con el IVVSA, agilizaremos la ejecución del Plan de Reforma Interior del barrio de San Antón. Impulsaremos también el Plan de Renovación Urbana del barrio de Los Palmerales». Tras las elecciones, Alonso les aseguró a los vecinos que las obras se iban a hacer porque era su «prioridad personal». Es más, la alcaldesa llegó a manifestar públicamente que «todo el barrio estará concluido en esta legislatura», es decir, en mayo del próximo año 2015. No hay dudas sobre estas categóricas afirmaciones, la hemeroteca está ahí y puede ser consultada.

En consonancia con ello, tras acceder a la Alcaldía, Mercedes Alonso sólo tardó un mes en ir a colocar la «primera piedra», acto que en realidad respondió únicamente a unas obras de urbanización previas que se «vendieron» a bombo y platillo, como si de la cimentación para empezar a edificar y levantar pisos se tratara. Sin embargo, fue una intervención que provocó un problema inesperado a los vecinos: la Generalitat Valenciana, a través del IVVSA, obligó a la demolición del centro social para, en teoría, integrar su espacio dentro del área de actuación urbanística. Se derribó, de esta manera, una dotación pública cuya construcción fue impulsada en los primeros años de gobierno de Diego Maciá, y que, a la vista del ritmo de los acontecimientos, bien podría estar todavía abierta y en funcionamiento, al servicio de los vecinos hasta que efectivamente, algún día, comiencen las obras.

La realidad es que tras aquel episodio inicial, hoy, después de tres años de gobierno municipal del PP en Elche, entre los vecinos de San Antón se percibe una intensa sensación de malestar, engaño y decepción. Ni una vivienda nueva de las anunciadas ha sido construida. El deterioro de los edificios continúa avanzando, y cada vez son más los apuntalamientos provisionales que evidencian la lenta agonía del barrio y la merma de la calidad de vida de quienes allí residen.

Considero que, en este «culebrón» de aplazamientos y retrasos, la única responsabilidad corresponde en exclusiva al PP, por más que desde la Alcaldía se sigan aferrando a la manida excusa de la herencia recibida, útil para cualquier circunstancia y lugar, a fin de justificar lo que, a todas luces, resulta injustificable. Porque, aunque les incomode recordarlo, en junio de 2010, todavía con el gobierno municipal del PSOE en el Ayuntamiento, el PP se vio obligado a apoyar una moción de consenso, en la que todos los grupos políticos reclamaban al IVVSA el inmediato inicio de las obras de urbanización y la construcción de las primeras 307 viviendas, todo ello ante el ya entonces inadmisible e injustificado retraso acumulado por la Generalitat.

Desde mayo de 2011 han sido muchos los anuncios acerca del inicio de la rehabilitación. Y si incomprensibles y reprochables han sido estos engañosos compromisos lanzados de cara a la galería, más lo ha sido el retraso, la lentitud y la ineficacia en la gestión administrativa-urbanística del proyecto. Esta fatídica demora es un ejemplo más de cuáles han sido y son las verdaderas prioridades del PP en la Generalitat Valenciana: dinero a espuertas para lo superfluo y, lamentablemente, austeridad a ultranza en aquello realmente necesario, las necesidades de los ciudadanos que no admiten dilación.

Ahora, después de tres años de gobierno del PP en Elche, lo que era un proyecto de rehabilitación urbana, con participación y financiación del Ministerio de Fomento, la Generalitat y el Ayuntamiento, que estaba considerado como una actuación pionera en España, se ha transformado en una realidad muy distinta. Así, el proyecto acordado se ha convertido en un Plan de Reforma Interior Modificativo (PRIM) al que se le han hecho diversos y sustanciales cambios, e introducido nuevos criterios urbanísticos respecto a la idea inicial. Este plan modificado recoge edificios de 11 alturas para compensar costes de edificación, al tiempo que presenta muchas sombras y dudas. Ha generado más y nuevas incertidumbres entre los vecinos, que no sólo no tienen claro cuándo empezarán las obras, sino tampoco cuál va a ser al final la cantidad de dinero que van a tener que aportar. Incluso, muy recientemente, el Colectivo de Arquitectos de Elche lo ha cuestionado por considerarlo desproporcionado y porque, en opinión de estos profesionales, destruye la estructura del barrio.

Y así, incumplimiento tras incumplimiento, llegamos a la última promesa lanzada desde el Ayuntamiento hace apenas dos meses: las obras de los cuatro primeros bloques de pisos podrían empezar después del verano. ¿Se cumplirá la enésima promesa? No podemos saberlo, pero, con los antecedentes del expediente y de sus gestores, cabe temer que a medida que se vaya acercando el mes de mayo de 2015, y con él las elecciones municipales, la alcaldesa y sus intrépidos colaboradores sentirán la imperiosa necesidad de reaparecer de forma estelar por el barrio para colocar otra «primera piedra», -la «segunda primera piedra»-, con la que intentar apaciguar el malestar y descontento de los vecinos y, de paso, intentar recuperar la credibilidad pérdida. En definitiva, es posible que, en un nuevo ejercicio de prestidigitación, de la noche a la mañana veamos aparecer en San Antón máquinas excavadoras y operarios, aunque lo más probable sea que, como otras tantas veces, simplemente estemos ante una mera estrategia para aparentar que se pretende cumplir con un compromiso electoral y no ante el tan necesario inicio real de las obras.

No crean que exagero, visto lo visto, es tan lamentable como posible.