Aunque pueda parecernos extraño, la psicología animal cobra cada vez más contundencia en nuestro entorno. Dueños de mascotas aseguran que su perro o su gato padecen hiperactividad, ansiedad, o depresión. Quizá nos cueste comprenderlo, pero cuando escuchamos a los científicos afirmar que una serie de chimpancés superaron en unos experimentos a estudiantes humanos en tareas nemotécnicas consistentes en recordar varias series de números, o que los elefantes manejan la aritmética en niveles simples, tal vez nos replanteemos nuestras convicciones.

Lo cierto es que existen pájaros que usan herramientas para pescar, cefalópodos que emplean cáscaras de coco para protegerse, y chimpancés que utilizan palos afilados como lanzas cuando cazan. Por cierto que este último descubrimiento, realizado en 2007, se considera la primera prueba de uso sistemático de armas en una especie distinta a la humana. Podemos considerar a Darwin como el padre de la psicología animal, quien propuso sus teorías en la obra Expresión de las emociones en el hombre y los animales. Más de un siglo después, en 1904, fue J.B. Watson, fundador de la psicología conductista, quien comenzó a investigar el aprendizaje animal, dotando a este enfoque del rigor científico que requería.Hoy en día sabemos que los animales no humanos también pueden deprimirse, sufrir ansiedad, padecer fobias o tener problemas de conducta, que les impiden convivir con normalidad en su entorno.

Ellos también tienen un mundo emocional y, según la etóloga experta en comportamiento canino, Helena Bat, cuando éste se ve alterado, aparecen comportamientos destructivos o compulsivos que pueden requerir de un tratamiento psicológico específico, e incluso del uso de fármacos. Los psicólogos expertos en animales, por su parte, hacen hincapié en la gran influencia que tiene el comportamiento de los dueños a la hora de evitar problemas de conducta en sus mascotas. La socialización correcta del animal, que ocurre entre las 3 y las 12 semanas de vida, es muy importante si éste va a convivir en un entorno humano.

Por último, señalar que los expertos nos aconsejan respetar una jerarquía correcta en el entorno familiar del animal, donde él ocupe el último escalafón. Del mismo modo, preocuparnos por ayudarle a desarrollar su capacidad de autocontrol poniéndole límites desde que es cachorro. También es importante que orientemos al animal a sentir apego por todos los miembros de la familia, y no solo por una persona. Y sobre todo, hacer que se sienta feliz, jugando con él, tratándole correctamente y no aislándolo. Ciertamente, lo que ellos nos aportan a cambio, no tiene precio.