Las relaciones laborales por su naturaleza son muy complicadas, porque los sujetos que las forman están obligados a negociar y luchan defendiendo unos intereses contrapuestos. Estas relaciones son tan difíciles como importantes, si consideramos que el trabajo es el motor que mueve la economía de cualquier país.

El tejido empresarial está roto, resquebrajado por la grave crisis financiera que atravesamos en nuestro país y esto afecta de forma muy negativa a las relaciones laborales, en las que el trabajador es la figura más débil y desprotegida, porque incita a que muchas empresas sin recursos económicos no cumplan con la normativa de prevención de riesgos laborales, poniéndose en peligro la vida de los trabajadores y a que aumenten, por falta de solvencia de las empresas, los casos de despidos improcedentes, de reclamaciones de salarios, de movilidad funcional mal realizada y la vulneración de los derechos de los trabajadores.

Considero que la grave crisis económica que padecemos no es la única causante del masivo aumento de los conflictos laborales, los cambios sociales que se han producido en España en los últimos años también han venido a agitar aún más las siempre complicadas relaciones laborales y están ocasionando un alarmante aumento del número de demandas que buscan solución en los Juzgados de lo Social.

Hechos como la reforma laboral realizada por el gobierno, impugnada ante el Tribunal Constitucional por considerar que atenta contra los derechos de los trabajadores y fenómenos sociales como la inmigración ilegal, que favorece la mano de obra clandestina y por tanto, más desprotegida, la mezcla de trabajadores de diferentes culturas y razas, que ha aumentado los casos de discriminación racial, política, y de religión, la elevada incorporación de la mujer al mundo laboral, que ha producido un aumento de los casos de acoso sexual y de discriminación por razón de sexo, la globalización, que en ocasiones ha fomentado en países subdesarrollados una contratación abusiva, la alta tasa de desempleo, que provoca que los trabajadores, en ocasiones, acepten peores condiciones laborales y no denuncien cuando se produce la vulneración de sus derechos por miedo a perder el empleo, han provocado un aumento muy significativo de los conflictos laborales que está colapsando los Juzgados de lo Social.

Por este colapso deben soportar los trabajadores, una vez que recurren a la justicia social, largas demoras para resolver sus conflictos, algo que es muy penoso y que necesita una urgente solución.

En Alicante, por increíble que parezca, las salas de lo Social están llegando a fijar señalamientos urgentes para dentro de seis meses y para el año 2016 el resto.

Es muy lamentable que los trabajadores después de haber esperado tanto tiempo para poder solucionar sus conflictos laborales, como el Fondo de Garantías Salarial también está colapsado, tarden alrededor de un año y medio en cobrar las indemnizaciones que les corresponden por sus despidos y que asume el Fogasa cuando las empresas no pueden pagar.

Y lo peor de todo esto es que, como los trabajadores no son ajenos a esta realidad, muchos aceptan acuerdos con las empresas que son para poner el grito en el cielo. Deberían tomarse las medidas oportunas para impedir que siempre acaben perjudicados los mismos, los trabajadores, que son los sujetos más débiles y vulnerables de las relaciones laborales, porque parten, en esa lucha constante por la defensa de sus intereses, desde un desigual e inferior nivel de partida.