Pues mira por donde que ha tenido que ser TVE, tan pacata y sacristana a juicio de muchos, quien ha coproducido el documental más sangrante y comprometido de los vistos en estos primeros días de Festival de Cine donostiarra. Iciar Bollaín viajó con un reducido equipo para recoger testimonios sinceros y espontáneos de los españoles que se han instalado allí con el único objetivo de encontrar trabajo. En ocasiones muy por debajo de su preparación. Pero casi siempre, como bien cuentan en un relato que pone los pelos de punta, sintiendo más dignidad que el país de origen. En tierra extraña compone un retrato veraz y actualizado sobre cómo viven algunos de los 700.000 españoles que, según el CSIC, han tenido que abandonar España en busca de un salario.

El resultado es estremecedor. Ante nosotros desfilan una serie de rostros con nombres y apellidos que nos cuentan, a veces entre lágrimas, historias tremendas. El documental presenta, en paralelo, fragmentos del monólogo que Alberto San Juan realizó en el Teatro del Barrio, Autorretrato de un joven capitalista español. Esta doble línea de representación (San Juan en el teatro, los españoles que cuentan a cámara qué les llevó hasta allí y qué grado de satisfacción han alcanzado sus vidas) sólo se rompe, de una forma audaz, cuando la directora introduce un número musical de la subasta del Un, dos, tres que contrasta con una serie de imágenes de los informativos.

Una reflexión final. De la misma manera que el monólogo de Alberto San Juan no pisó tierras alicantinas, la película de Bollaín tampoco llegará a sus pantallas. Consecuencia de las limitaciones de la red cultural provincial. Podrá verse en Internet antes de su correspondiente pase televisivo. En la televisión pública.