Con el presente artículo concluyo el repaso de los programas de atención a la diversidad y de los programas de inserción laboral, un mundo en el que parece que todo cambia, pero que en realidad sigue prácticamente igual. A estas alturas ya estamos familiarizados con las innovaciones lingüísticas que utiliza la Administración para referirse a lo mismo pero con diferentes palabras, por el simple hecho de la introducción de una nueva ley educativa. La FP Básica (FPB), de la que vamos a hablar, ya existía anteriormente con otras palabras. Se trata de una de las primeras novedades introducidas como consecuencia de la aprobación de la LOMCE, la ley educativa más controvertida de las siete que llevamos en democracia, aprobada finalmente en el último mes de 2013.

Así pues, el caluroso y tempranero curso 2014-2015 se despide de los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI), que consistían en dos cursos (uno obligatorio y otro voluntario) y ve el nacimiento de la FPB, que serán dos cursos para alumnos de 15-17 años, dirigidos, de nuevo, a los alumnos que no han superado 3º o 4º y, en casos excepcionales, 2º de la ESO.

En el marco de la nueva ley, estas enseñanzas deben responder a un perfil profesional que contiene unidades de competencia de una cualificación profesional completa de nivel 1 del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales, según se establece en el artículo 7 de la Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional. Se prestará especial atención a las áreas de conocimiento teórico-prácticas que contribuyan a alcanzar aquellas competencias profesionales, personales y sociales y las competencias del aprendizaje permanente a lo largo de la vida, es decir, aquellas que, teóricamente, deben de contribuir a desarrollar en los sujetos la capacidad de seguir aprendiendo.

Se abre un paréntesis. Las autoridades educativas, con el ministro de Educación José Ignacio Wert al frente, están plenamente convencidas de que «la formación profesional es clave para salir de la crisis», pero la realidad es muy terca: el paro y el desempleo se ceban igualmente con ella, a pesar de adornarla últimamente con el adjetivo «dual» y de dotarla de diversas modalidades, siendo la más común la compartida por un centro educativo y una empresa. El grado de implantación de la FP dual, en estos momentos, difiere de unas comunidades autónomas a otras. Se cierra el paréntesis.

De los veintiún títulos previstos la FPB se comienza este curso con la oferta de catorce. Si se aprueban los dos cursos, se obtiene el título de Técnico Profesional Básico, y en el futuro se podrá acceder directamente a un Ciclo Formativo de Grado Medio, o, si se prefiere, obtener el graduado tras haber superado la prueba final de la ESO, esa muralla contra la que se estrellan tantos de nuestros alumnos antes de saltar al mundo laboral con un equipamiento adecuado mínimo.

¿Críticas? La más grave ha sido la improvisación, ya que en la Comunidad Valenciana, por ejemplo, en julio se aprobaba la organización y funcionamiento de 1º de FPB regulando sus aspectos específicos, y en agosto el decreto que la regula. ¿Cómo se puede, con este calendario, informar y asesorar a los interesados y a las familias si el curso comenzó el 1 de septiembre? ¿Y qué decir de la ratio de estos grupos? (Primero eran 30, ampliables a 36; después 24; y finalmente, creo, se quedan en un máximo de 18 o 15. ¡Qué lío! ¿no?). Un verdadero parto con cesárea. Imagino que la inspección educativa, siempre cauta y al servicio de la administración a la que nunca objeta nada, coincidirá esta vez conmigo en que ha existido cierta desorganización y falta de planificación. Otra crítica eterna es la presupuestaria. La presupuestaria viene siendo congénita al sistema desde la aprobación de la LOGSE en 1990, y nunca se sabe, cuando se pone en marcha una nueva ley, si los recursos vendrán de los fondos económicos europeos vía Bruselas, del Estado o del cielo, con alguna nube de esas que se resisten a aparecer en nuestro horizonte. En la FPB, unas veces apuntan que son 155 millones de euros para todo el Estado en dos años, posteriormente que son 2.000 millones de euros en seis años procedentes del Fondo Social Europeo, y otras, que el Estado adelantará 50 millones para arrancar. Permanezcan atentos al desenlace.

Cabe recordar también que el sistema se ha esforzado a lo largo del tiempo, sobre todo en el nuevo siglo, en autorizar optativas de la ESO de orientación e iniciación profesional, proyectos de acción profesional en el extranjero y también prácticas formativas en empresas europeas para los alumnos de FP. En esa línea, cabe apuntar también la existencia, ahora, de los programas formativos de cualificación básica, que son unos programas paralelos a la FPB, dirigidos a alumnos en aquellos centros donde no se ha aprobado la FPB para este curso.

Por último, y ruego perdonen mi petulancia y atrevimiento, quiero decirles que, en caso de estar interesados en los temas tratados en esta serie de artículos dedicados a la enseñanza compensatoria, a la atención diversidad y a los programas profesionales, pueden consultar mi libro De la Escuela Industrial al IES Cotes Baixes (2013), en donde, a lo largo de 35 cursos, se han ido incardinando en un centro educativo todos estos programas, y muchos más, en la práctica.