Dialogar, debatir, criticar, valorar? etcétera, etcétera, sobre la implantación de Ikea en Alicante, en sí misma o en relación al comercio del entorno metropolitano o de las infraestructuras cercanas, es, y seguirá siéndolo mientras dure la tramitación de la ATE correspondiente, un ejercicio habitual, cotidiano y saludable. Y volverá a serlo cuando esté próxima la apertura del renombrado establecimiento, o quizás antes, si sobreviene algún hecho que permita contemplar esa actuación con otro prisma.

Pero hay un punto de vista que asoma poco y que revela aspectos muy importantes para un futuro que quizás hoy pasen algo desapercibidos. Y ese punto de vista parte de una premisa simple y patente: el mayor y mejor desarrollo urbanístico-territorial de Alicante es? San Vicente del Raspeig, hace menos de 200 años un despoblado, hoy más de 55.000 habitantes con un consolidado urbano que supera las 1.000 hectáreas.

Las infraestructuras viarias modernas (inicialmente la carretera Alicante-San Vicente, [hoy CV-828], luego la A-7 [hoy A-70], más tarde la A-77 [hoy, A-77a]) han posibilitado la conexión entre ambos núcleos. La progresiva «urbanización» de la primitiva carretera antes citada y la reciente implantación del tranvía que conecta ambos núcleos urbanos compactos, Alicante y San Vicente del Raspeig, ha supuesto la introducción del elemento que faltaba a esa conexión y que es básico para la integración de ambos: la transitabilidad.

Pero aún quedan dos espacios que no se han desarrollado, pero que, aunque el planeamiento urbanístico se resista, entrarán, más pronto que tarde, en carga urbana: Altet en San Vicente del Raspeig y Rabasa en Alicante. Y en el extremo norte de este último, interceptando la alineación recta Alicante-San Vicente, pretende emplazarse Ikea.

Estos desarrollos harán ver -y entonces puede que sea tarde- que se necesita una conexión transitable que los una, y complete así la integración de Alicante y San Vicente.

Este punto de vista es, naturalmente, ajeno a los intereses y objetivos de Ikea (como lo fue antes del promotor de Rabasa) para los que el centro comercial se configura -como la basílica de San Pedro (en el Vaticano)- como un más o menos espectacular fondo de saco desde Alicante y que, sólo en la última versión conocida del Plan Rabasa, se completó con un humilde y trasero vialito hacia el norte, hacia San Vicente del Raspeig.

Sólo un planteamiento que prime, como primera condición y objetivo de esa actuación, esa transitabilidad, evitará una ordenación que, una vez implantada, condenará esa conexión a la irrelevancia y esa integración en algo imposible.

Y tras la A-70, hacia San Vicente, aparece otro espacio de oportunidad en el que ha empezado a «llover» (aleatoriamente, claro, aquí se han abandonado formalizaciones berninianas y el resultado parece un punteado derivado de alguna práctica de Teoría del Caos) edificaciones universitarias. Lo dicho para Ikea también vale aquí.

¿Qué sujeto o sujetos, pueden o deben afrontar esta tarea? Sí? lo han adivinado: ambos Ayuntamientos, liderados, claro está, por el que mayores responsabilidades tiene aquí, Alicante.