Se podría decir que el problema surge cuando te pones ante una pantalla que representa un folio en blanco en el que pretendes expresar todo el trabajo realizado, entre todos, estos últimos años. Intento ordenar los recuerdos, en forma de ideas y sensaciones, para plasmarlos con el orden correcto que permita a quienes lean estas líneas entender todo lo que me gustaría transmitir, y, he de confesar, que me resulta muy complejo.. muchos contenidos y poco espacio.

Pero, pienso, es el momento de hacer balance de este periodo de mi vida, tanto desde el aspecto profesional como, y en esto me gustaría incidir especialmente, desde el personal. A lo largo de estos días, que se hicieron semanas para transformarse primero en meses y luego en años, he ido asimilando una experiencia que además del sentido práctico de la misma me ha aportado un caudal enorme de sensaciones que, sin ninguna duda, me resultan lo más complicado de transmitir. Y es que más allá de la toma de decisiones, de la lucha contra las limitaciones presupuestarias y del trabajo efectivo del día a día, lo que más me ha marcado ha sido las emociones que un trabajo como este trae adjuntas. Aquí se habla de, para, por y con personas, que por ende tienen que soportar una problemática especial ante la cual resulta imposible permanecer impasible. Esto aporta un significado especial a tu trabajo, trae consigo preocupaciones que te privan de la calma, pero, al mismo tiempo, te proporciona satisfacciones que van más allá de lo que uno espera cuando alcanzas las soluciones.

Ayer sábado celebramos el Día de la Rampa, como siempre con una participación que se va haciendo mayor con cada edición. En esta jornada la solución a uno de los problemas con los que batallamos se convierte en un símbolo, en una reivindicación global y en un ejemplo. Es el día por la accesibilidad? y por la comprensión, y por la solidaridad. No se trata, tan sólo, de reclamar el facilitar el aspecto físico del acceso de las personas con problemas de movilidad a cualquier espacio, sea público o privado. Se trata de abrir las puertas de todos los terrenos de nuestras vidas a aquellas personas con capacidades distintas a los demás. A su total, justa e innegociable integración en todos los ámbitos de la sociedad. Ninguna acción, medida o campaña que se emprenda desde una Administración tendrá su plena repercusión sin la implicación de todos los ciudadanos. En esta tarea es imprescindible reconocer y agradecer la impagable dedicación, así como la enorme profesionalidad y capacitación del equipo de técnicos que trabajan en Discapacidad en el Ayuntamiento de Elche.

Desde la Concejalía hemos escuchado y entendido a cuantos nos han hecho llegar sus problemas, y hemos hecho todo cuanto estaba en nuestras manos, y en ocasiones algo más, por dar solución a los mismos.

Se han emprendido, con el trabajo de todas las asociaciones, acciones por la integración de las personas con discapacidad en muchos ámbitos: Educación, cultura, tráfico, deporte, etc. Y se ha abierto el Consejo Municipal de Personas con Discapacidad, incorporando nuevas asociaciones.

Con la ayuda de todos, se ha mejorado la accesibilidad a distintas instalaciones públicas, desarrollado el Plan de Turismo Inclusivo (intentando convertir a nuestra ciudad en un referente) apoyando, entre otras medidas, a los negocios para la eliminación de barreras arquitectónicas; y hemos puesto en marcha acciones con el fin de mejorar las condiciones y de la concienciación social.

Ya he dicho en un principio que era mi intención ahondar en la repercusión personal que este trabajo ha tenido sobre mí. Por ello, y para intentar hacerlo entendible, a modo de ejemplo, me he reservado una de las medidas que me hacen sentir más orgullosa: la atención preferente a las personas con discapacidad dentro del Plan de Empleo Local. En estos tiempos que corremos el que cualquier persona logre un puesto de trabajo es una satisfacción que se hace, casi, colectiva. Pero os puedo asegurar que cuando todos nuestros esfuerzos por la integración en el mundo laboral de cualquier persona con discapacidad dan sus frutos, y alguno de los miembros de este colectivo alcanza su fin, esa satisfacción no tiene límites. Este es el momento en que me quedo sin vocabulario para expresarlo, pero invito al lector a que se ponga en su lugar y, estoy segura, será capaz de entenderme.

En la balanza final, de una parte quedan el agradecimiento a la posibilidad de haber podido conocer y haber colaborado con tantas personas con tanto trabajo por los demás.

Después de todo este tiempo una de las sensaciones predominantes se podría resumir en la expresión inglesa de «never enough» (nunca es suficiente), siempre se podrá hacer algo más. Quizás por ello podría finalizar diciendo que ha sido un trabajo tan duro como enriquecedor que me ha dejado muchas satisfacciones y la ilusión enorme de seguir batallando por los derechos de toda esta gente tan maravillosa.