Acuden a mi consulta desazonados padres quejándose de la terca rebeldía de sus hijos o de su mal comportamiento en edad adolescente, y les digo que la pubertad es un periodo pasajero en el que los cambios hormonales físicos y psicológicos de los jóvenes deben intentar manejarse de la mejor forma posible, y que es normal que en este difícil periodo los adolescentes busquen su autoafirmación, y ser más independientes, así como tener su propia escala de valores y principios.

También comento con esos preocupados padres que cierto grado de recogido aislamiento en esa difícil etapa es absolutamente normal, pues los jóvenes puede que busquen intimidad y privacidad, y que quizá se enfrenten al control y autoridad paternos, pudiendo llegar a una actitud de retraimiento, incomunicación y misantropía.

Sin embargo, y por el contrario, me preocupan los que en este u otro periodo de sus vidas se retraen demasiado, y recuerdo cuando tuve en consulta el caso de un joven que podría considerarse afectado por un trastorno de «aislamiento social grave», con sentimientos de fobia y ansiedad social.

Y me viene a la mente la palabra hikikomori que es un término japonés que describe a jóvenes que deciden aislarse totalmente de la sociedad, apartándose del mundo exterior, mostrando una profunda incapacidad de interactuar con otras personas.

Y leo que internet y las redes sociales en los últimos tiempos han contribuido a elevar el número de afectados, principalmente en Japón, pero también en otros países, y que dicho aislamiento conlleva problemas para la salud, pues el cuerpo sufre los efectos de no hacer ningún tipo de ejercicio físico, ni de llevar una dieta saludable, y que mentalmente la persona afectada puede perder sus capacidades y habilidades sociales, y experimentar sentimientos de culpabilidad e inseguridad.

Y pienso en posibles soluciones y tratamientos y se me antoja, junto al cariño y apoyo a los afectados, en mantener un contacto permanente con el joven aislado para intentar su reincorporación a la sociedad de manera progresiva, buscando con técnicas de medicina emocional que el joven abandone su aislamiento y vaya participando en actividades culturales o sociales que le resulten atractivas hasta lograr su plena integración.

Y recuerdo a mi admirado Bernabé Tierno que en su libro Las cien lecciones del aprendiz de sabio, incluye la sociabilización aconsejando mostrarse afectuoso y comprensivo con los otros que siempre nos completan y enriquecen.

Y reflexiono que los seres humanos somos por naturaleza sociables, y que siempre el contacto con los demás será beneficioso para nuestro desarrollo y crecimiento personal, pues la sociabilidad resulta fundamental para progresar en el trabajo, para hacer amigos, para encontrar una persona con la cual compartir la vida y los proyectos personales que se tengan y para, en definitiva, ser más feliz.

Salgo a la calle y paseo por Alicante. Me encuentro con un compañero médico. Nos saludamos, hablamos. Es un competente colega. Ya, en la despedida, me mira y me dice: Oye, una pregunta. Y para ti, ¿qué es un hikikomori?