Tradicionalmente, la Sociología ha relegado el estudio de la creatividad al margen de la disciplina. Esto ha sido así, ante todo, porque, frente al cambio social, le ha preocupado sobre todo mantener el orden y de ahí que la creatividad, como potencia transformadora, como generadora de nuevas y originales propuestas sociales y culturales, le interesara o muy poco o prácticamente nada. Así se explica que la Sociología pensara la acción social marcada por una racionalidad sujeta a fines o normativa, esto es, encaminada fundamentalmente a obtener beneficios económicos o exclusivamente ajustada a las normas admitidas por la sociedad. No cabía, entonces, ni el disenso, ni la libertad de los individuos, ni, en suma, ser creativos. Sin embargo, hoy, en el contexto de la sociedad del devenir (Franklin L. Baumer) o de la sociedad líquida (Z. Bauman), el cambio se ha convertido en un imperativo en sí mismo y la creatividad ha devenido un objeto de investigación emergente, particularmente desde el excelente libro de Hans Joas, La acción creativa (2013).

Ahora bien, hasta tal punto la creatividad está actualmente de moda en la Sociología que, incluso, podría pensarse que ser creativos se ha instaurado como una obligación, como si todos estuviéramos impelidos a crear, a innovar, a participar más o menos conscientemente en el devenir perpetuo de un tiempo presente entronizado como tirano. Y ello, conviene recordarlo, choca radicalmente contra una de los fundamentos más importantes de la creatividad: la libertad.

El seminario que organiza el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert en este mes de abril, tendrá en cuenta esta doble perspectiva sociológica: la de asumir que la creatividad es un concepto emergente y la de criticar que termine siendo un ideal absoluto. Además, abordará algunas de las diferentes perspectivas con las que se viene ocupando recientemente esta área de conocimiento en relación con la creatividad. Concretamente, se tratará aquí la genealogía del término de creatividad desde los mitos de creación occidentales y la forma cómo se ha expandido en la sociedad contemporánea, hasta el extremo de convertirse en una auténtica potencia instituyente de lo social (C. Castoriadis). No en balde la creatividad genera la Sociedad, ya que moldea el imaginario colectivo, impulsa la movilización social, intensifica la efervescencia comunitaria y produce nuevas re-sacralizaciones, sin olvidar que es muy útil en los espacios y tiempos sociales fronterizos, liminares y de transición, precisamente lo que hoy está viviendo la sociedad. Es más, la creatividad reviste un considerable valor para la acción y la interrelación en la vida cotidiana y en la organización económica de la sociedad. Al respecto, es funcional tanto para las clases y la economía creativa (Richard Florida) como para las industrias culturales y la propia organización empresarial. Finalmente, no es posible olvidar el esencial aspecto cultural de la creatividad y no sólo por su valor estético, manifiesto por ejemplo en los mitos, en el arte, en la música o en la danza, sino también por la colaboración en la implementación de políticas culturales desde las administraciones públicas.

En suma, el seminario intentará desentrañar el modo en el que la creatividad constituye un pensamiento o acción carismática, original, innovadora y creadora o recreadora de las identidades colectivas e individuales.