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Tribuna

Suelo de Rabasa, incompatible con un uso comercial

A escasos ciudadanos se les escapa el hecho de que la implantación o el establecimiento de un macrocentro comercial en Rabasa supondría uno de los errores importantes que incurriría el máximo representante de la Administración local de la ciudad de Alicante.

El proyecto concebido como Actuación Territorial Estratégica en todo lo concerniente al área de Rabasa y las infraestructuras que les afecta es, como ya se ha dicho, un desacierto de planeamiento que la ciudad no se puede permitir. En su concepción y tramitación ya se advirtió de que habían prevalecido los intereses privativos de la multinacional y de todos aquellos que le acompañaban ante el interés general.

El solo hecho de su planteamiento supone una tremenda falta de sensibilidad del máximo representante del consistorio local y un revés a las promesas hechas a los ciudadanos a la vez que muestra lo que únicamente le preocupa, su sillón y posición partidista frente al interés público de la ciudad. Esta ciudad, bajo concepto alguno, merece tal máximo representante que la utiliza como moneda de cambio.

Este es un asunto que se ha debatido mucho y el resultado, al margen del gobierno municipal de turno, es el de absoluto rechazo por su exclusiva ubicación improcedente por todas las razones sobradamente conocidas y en las que no vamos a redundar. También es obvio la preponderancia de los intereses privativos frente a los públicos y, de estos últimos, el de mayor gravedad es el de hipotecar las posibilidades de desarrollo de las necesidades reales de ese área que vienen impuestas por su situación estratégica y por lo que le circunda, como el encuentro de esa parte de la ciudad con la Universidad, con las infraestructuras precedentes y con las áreas de especial protección de las Lagunas, a lo que hay que añadir la necesidad de implantar nuevas infraestructuras para poder descongestionar los problemas concurrentes, como las tensiones que se generan día a día en las vías e intersecciones de accesos y salidas. No podemos diseñar esa parte de la ciudad con unos parámetros lógicos que permitan la valoración de lo preexistente, mientras el alcalde de la ciudad, pretenda afectar suelo para dar cabida al macrocentro comercial por un mero interés político que resulta contrario al interés general.

Todos sufrimos la actual situación de densificación del tráfico en los sistemas de comunicación de esa zona de la ciudad, entrada y salida a vías rápidas de circunvalación y entrada y salida de la Universidad. ¿Dónde está el estudio de viabilidad que permita una mayor concentración y densificación en esa área de la ciudad? ¿Dónde están las previsiones de suelo para resolver el encuentro entre la ciudad y el área de la Universidad? Si ahora, sin macrocentro y tal cual nos encontramos, está colapsada en horas punta por la elevada frecuencia y alta densidad del tráfico.

Resulta palmario que las actuales infraestructuras en esa zona son insuficientes, quedaron obsoletas hace muchas décadas y lo que se requiere es suelo para solucionar los problemas de interés público que ahí tiene por resolver la ciudad y, que no son otros, que la consideración de crecimiento de los suelos de protección especial de las Lagunas, el área de conexión con la Universidad mínimamente digna que requiere de una extensión de suelo suficiente por lo que no permite se hipotequen las previsiones de crecimiento del Campus Universitario y la creación de una discreta área verde de conexión con la ciudad.

Necesitamos suelo para descongestionar el caos circulatorio preexistente y, para ello, es necesario suelo que estaría ocupado o destinado al macrocentro comercial. Hay que acometer un nuevo sistema de accesos y salidas desde esa zona de la ciudad hacia el exterior y hacia la Universidad que minimicen los flujos de tráfico haciéndolos más ágiles y permitiendo una absoluta normalidad en el transito del conjunto de la ciudad, que debe ser concebida como moderna en su afección más pura desde una perspectiva eminentemente urbanística de carácter público y nunca de privilegios privativos que son más del siglo XIX que del XXI.

Las previsiones del Plan General de la ciudad no se pueden alterar con modificaciones puntuales dirigidas a intereses privados de los promotores del macrocentro y sus áreas comerciales satélites, sería cometer el mayor de los errores contra el bien público desde una concepción urbanística. Ese suelo, esa zona de la ciudad no debe sufrir una modificación puntual con base en un interés privado, hay suficientes razones lógicas y de naturaleza pública que impiden la implantación del interés privativo comercial. La vocación de esos suelos está condicionada por los elementos preexistentes que los envuelven y que ya se han indicado previamente.

Tal como plantea el concejal de Urbanismo, hay otras zonas más propias en la ciudad para tales usos comerciales, que cuentan con sistemas de comunicación adecuados que no afectarían de forma patológica al sistema viario interior y, además, resolverían las necesidades del macrocentro y de sus establecimientos satélites que no deben minusvalorarse, sino tenerse muy en cuenta por la importancia de la ocupación del suelo que las mismas suponen.

El macrocentro de Ikea y superficies anexas supondrían una implantación y ocupación inapropiadas e inconvenientes para los intereses de la ciudad de llevarse a cabo en los terrenos de Rabasa por las múltiples razones que han sido expuestas y suficientemente debatidas en foros distintos en los que la gran mayoría de los ciudadanos se han pronunciado a tal efecto, y que deben ser respetadas por la Administración tanto autonómica como local.

¿Por qué quienes deben defender el interés general permiten que decaiga ante el interés privado? Obviamente no podemos poner como alegato o defensa la inversión de 250 millones de euros y los consiguientes puestos de trabajo porque hay suficientes zonas a elegir para una adecuada y correcta implantación comercial de estas características sin que afecte de manera fundamental al modelo de ciudad al que se debe aspirar, ya que los planeamientos precedentes y el vigente prácticamente prescindieron de la consideración de grandes superficies verdes como una parte consustancial de la estructura de la trama urbana o del tejido morfológico de la ciudad.

Se espera una reflexión del máximo representante municipal en la que como resultado ponga el interés general de la ciudad por encima de su situación política, preserve los suelos de Rabasa y facilite la ejecución del macrocentro en cualquiera de las zonas que reúnen condiciones para su adecuado desarrollo mercantilista sin que ello afecte de forma patológica al interés público.

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