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Mercedes Gallego

Mal servidos

Les confieso que en cuestiones de cama no siempre he estado bien atendida. Unas veces por cantidad (escasa, se entiende) y otras por calidad, el resultado no ha sido el apetecible en más ocasiones de las que me hubiera gustado. Ahora bien, nunca ningún médico ha considerado una dolencia esta diferencia entre mis deseos más íntimos y la cruda realidad. Ni mucho menos lo ha puesto por escrito en un diagnóstico, como hace unos días hizo un facultativo de Murcia al que se está investigando por estos hechos. La paciente es una chavala que el día anterior había sufrido un desvanecimiento del que fue atendida en Urgencias, donde le indicaron que acudiera a su médico de cabecera para que le hiciera unas recetas. Además de otras lindezas del estilo de que no debería tomarse lo prescrito porque eso le haría engordar y perder el tipazo que tenía, el doctor no tuvo reparo alguno en plasmar de su puño y letra en un papel que la chica estaba «mal follada».

Este incidente, que de confirmarse todos los extremos debería concluir con una orden de alejamiento del galeno de la Sanidad, ha coincidido en el tiempo con la negativa de un hombre en Madrid a subirse al taxi que por orden le tocaba porque lo conducía una mujer. Ante el estupor de la taxista y de sus compañeros varones, el cliente explicó que tenía el tiempo justo para coger el tren y que con ella seguro que no llegaba. En una reacción digna de aplauso, los colegas de la mujer no sólo se negaron a llevarle sino que cuando amenazó con llamar a la Policía por lo que consideraba una irregularidad en la prestación de un servicio público, le animaron a que lo hiciera.

Sin enarbolar más bandera que la del sentido común, me pregunto si el facultativo murciano se hubiera permitido la licencia de calificar la actividad sexual de un paciente masculino o si el viajero con prisas habría puesto en duda la profesionalidad de un taxista varón sin más condicionantes que el de su sexo. Y si en estos supuestos ninguno hubiese actuado así, ¿por qué lo hicieron cuando era una mujer el blanco de su menosprecio? No me atrevo a aventurar la respuesta aunque todo apunta a que se trata de una cuestión de educación. Eso o que lo mismo eran ellos los que estaban «mal servidos».

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