¡Escribe!, dicen. Como si de una maldición se tratara, no sé si tomarlo como un halago o como una obligación. Tal vez, llevo tanto tiempo sin escribir, que algunos piensan que pudiera haber perdido las ganas. Ganas hay, pero es tanto lo que dicta la actualidad, que temo no ser lo suficientemente objetiva. Prefiero leer. Es imposible escribir sin haber leído. Este verano, además de libros históricos centrados en biografías de personajes de una época no lejana y triste de España, he leído ensayos, poesía, en especial al poeta inglés Milton y su Paraíso perdido, que habla, paradójicamente, del asalto a los cielos por ángeles y arcángeles deseosos de poder. Muy recomendable estos 10.000 versos, aunque algo largo; algunos capítulos de los Episodios Nacionales para comprobar, una vez más, que la historia se repite; El libro negro de Gog de Giovanni Papini, entretenido y algún libro antiguo de rabiosa actualidad.

Todo me parece interesante. Mi conclusión es que nada es lo que parece. A ratos he leído mucha prensa, a diario, estando fuera, incluso INFORMACIÓN para no desvincularme de lo que está pasando en mi ciudad; radio y televisión asistiendo a la bochornosa ignorancia de algunos actores políticos del momento. Detrás de tanto y tanto parloteo, de tanta política virtual, de tanta doctrina televisiva, lo más importante todavía no lo han explicado aquellos que, con sus conductas rebeldes de intenciones secesionistas, no terminan de explicar a los ciudadanos. Los dirigentes de los partidos quieren alianzas. Bien conservadoras, bien progresistas.

A los conservadores se los come la larga lista de personajillos que han estado en cargos de relevancia para aprovecharse de un poder y un dinero que ningún ciudadano le otorgó. Ahora se las ven en los tribunales e incluso en la cárcel. La izquierda progresista con la incorporación de Podemos, Mareas y demás minipartidos en las listas, consideran que hay que darle una vuelta de calcetín al sistema político de la nación española. Pero hay muchos rotos.

Rotos como la inclusión en ese arsenal de partidos formado por personas con un pensamiento anti Constitución, anti sistema, independentistas, secesionista, anti monárquico, anti capitalista, añorantes de repúblicas pasadas, anti Rajoy, anti Sánchez, anti Rivera, en muchos casos con un desconocimiento absoluto de lo que es hacer política, no de teoría, sino de práctica. Nada sabemos de las intenciones de qué parte de la Constitución quieren modificar. Llegado el caso de que este conglomerado de partidos lleguen a gobernar, qué harán con el Jefe de Estado: el Rey.

Los argumentos del PSOE en boca del señor Sánchez frenando la formación de un gobierno, no son maduras y más bien rezuma una animadversión hacia Rajoy. Seguimos en elecciones después de casi un año. Es inaguantable el día a día escuchando el cambio de lenguaje, el oscurantismo de los mensajes, la tergiversación de las palabras de unos y de otros.

Y parece que nadie piensa en el Rey Felipe VI. ¿España seguirá siendo una Monarquía parlamentaria o le están haciendo las maletas del exilio como ocurrió con su abuelo Alfonso XIII? Sinceramente, las cosas están tan revueltas que lo único que me pregunto es qué será del Rey, que hasta el momento ha actuado impecablemente. Los tiempos son distintos. Los políticos también pero la situación por la que está pasando el Rey es bastante semejante a aquellos meses previos a su viaje forzoso. Sánchez, que no el PSOE, tiene que superar sus fobias y afrontar la realidad de una España, prescindiendo de intereses personales y andando por una senda que tarde o temprano le llevará a gobernar, si antes no prescinden de él, claro.