Ciertamente uno de los mejores sitios para estar en la calle, en Alicante, era la terraza del teatro. Carlos Bosch y los suyos volvieron a hacerlo, llevaron calidad, buen gusto y excelente ensaladilla a sus clientes.

Pero cometieron un error, pusieron esa calidad e inversión donde antes solo había meados de perros. Y ya sabemos cómo se las gastan estos con los derechos de los animales.

Es sintomático que se quiera sustituir lo bello y de calidad por el cutrerío que nos invade en toda la ciudad. Un caos de veladores, sombrillas, estufas y ruido. Pseudomúsicos, de dudoso virtuosismo, que sin piedad enervan a los vecinos con sus repetitivos conciertos. Por cierto, según la policia local está prohibido tocar en la calle música. Que se den una vuelta por ahí a ver.

En fin volvemos a perder un poco de lo bueno de la ciudad y así, poco a poco, nos convertimos en ese objetivo tan progre de ser iguales en la miseria, tenemos que ser iguales en los veladores casposos, si algo es bueno se persigue y se cierra. Qué pena dan, qué pena damos. En positivo igualen por arriba y apuesten por las cosas buenas de una vez.

No persigan a las empresas que están dando trabajo y apuestan por la calidad.

No persigan a gente como Raúl Mérida que se ha dejado la piel por esta ciudad. Ya le quitaron el Arca, ahora van por la protectora y a por todo lo que se ponga a hacer.

Estamos contemplando cómo se castiga lo bueno y se premia lo vulgar. Recapaciten, Alicante es un lugar que necesita de lo mejor, de lo otro nos sobra.