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José María de Loma

Turismo de personas

Una amplia delegación de nuestra Comunidad ha ido a la feria turística ITB de Berlín. Las delegaciones son siempre amplias. La palabra delegación se casó hace tiempo con el adjetivo amplio (o amplia) y ahí están, que no se separan ni para ir a una feria turística. Una vez me dio por pensar cómo sería ir a una de esas ferias, ITB o Fitur o la World Travel de Londres y exhibirme como destino. Las personas son a veces en sí mismas un destino para otras. De hecho hay gente que está destinada a encontrar a alguien, lo mismo que hay gente que está destinada en Canarias de teniente coronel o en Getafe como oficinista de Correos.

Las personas son también, como las ciudades o las islas destinos que pueden ser atractivos o deleznables. Personas con playa no hay, si bien algunas hacen la ola. Sí hay gente cálida o fría, como el Caribe o Finlandia. Podría existir una feria turística de personas. O sea, un stand por ejemplo de gente morena con afición a la filatelia e ideas librecambistas. La gente afín a ese perfil iría a mirar y si le gusta alguno podría viajar a su corazón una temporada. Así, en plan escapada. También se puede viajar al estómago de alguien. No se me alarmen, hablamos metafóricamente. Pero sí que en un futuro no muy lejano quizás se pueda hacer turismo gastronómico enviando al estómago y quedándose uno tan ricamente en casa. Mandas al estómago a la feria de la chacina pero tú te quedas viendo una película en el sofá. Lo malo es que tu estómago conozca a alguien más atractivo o que lo trate mejor o que lo admita como es, o sea, abultado, y te quedes sin estómago. Y sin chacina. Ahí, todo triste viendo una película y sin poder cenar. Y otro tan feliz por ahí con tu estómago. No es plan.

Las ferias turísticas son muy cansadas. Una vez en Fitur un concejal me dio la explicación: estás todo el día pisando la moqueta y eso es a la larga como andar sobre arena, te cansas mucho más. Sí, repliqué, pero fortaleces los gemelos. Fue entonces cuando el concejal me miró un poco raro y como no sabía qué decir se dio la vuelta y se marchó a ejercitar sus gemelos. Yo, para retenerlo, le pregunté muy serio sobre las pernoctaciones, pero pensó que le estaba preguntando, no por las estadísticas de viajeros, si no por dónde se hospedaba. En el Gran Hotel Inglaterra, me dijo. Ah, muy bien, contesté con los gemelos un tanto ya agarrotados y sin titular que llevarme a mi crónica. Sí me llevé en el coleto un brunch exquisito que incluía hasta champán y que daban en ese mismo hotel, hotel que era en el que yo también me alojaba sin que cayera en ello durante la conversación referida. Después del brunch tuve que poner los gemelos a remojo. Este año la amplia delegación ha tenido problemas para volver. Huelga de personal de tierra en los aeropuertos teutones. Esperemos que con el trastorno nadie haya dejado allí su estómago. Ni su destino. Tampoco sus gemelos entumecidos. Eso sí, Berlín ganó unas pernoctaciones. Amplias.

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