¿Pero este hombre a quién pagaba? La Unión Europea, la Generalitat, la larga lista de acreedores, y para poner la guinda la Agencia Tributaria. O no tiene un duro y va siempre de farol, engañando a tirios y troyanos, o es más rácano que el avaro de Molière. Tiene otra montada en Alicante en la que parece que tampoco soltaba un euro. Panoramis está más o menos como el Hércules, otra sociedad al garete por impagos que ha tenido que salir a subasta. Coincidencia sospechosa: Juan Carlos Ramírez pujando en ambas ocasiones, sin fortuna con el campo y el paquete accionarial herculano, y sin competencia, por ahora, en el centro de ocio. Raro, raro, raro que diría el padre de Julio Iglesias.

Total, que Enrique Ortiz tiene la mala costumbre de no pagar sus deudas, de no respetar sus contratos mercantiles, de volverle la espalda al fisco. Por el momento los únicos que se favorecían de sus pagos que sepamos por su propia confesión, eran unos sinvergüenzas del Partido Popular que le hacían pasar por caja antes de concederle obras y negocios por doquier. Y él cumplía a rajatabla.

Lo de siempre. Y lo dice él, públicamente, a la fiscalía a ver si le rebajan penas como a los del Liceo, los demás no hacemos más que constatarlo, haciéndonos eco. Puede ser que lo que tenía que poner en el Hércules, lo desviaba a la cloaca política que da más rendimiento. Negocios a la vista. Sus dotes de negociador no le han valido, ni le valen, con el Hércules y sus deudas, para eso manda a Carlos Parodi, a sus grandes abogados se los reserva para temas mayores, que por hora cobran un pico. El alcalde Echávarri, como buen herculano, está dispuesto a echar una mano, pero el pasado, las resoluciones y contratos parecen atarle de pies y manos.

Así se ve el Hércules con una deuda imposible de pagar, incapaz de saldar. Más de tres lustros en sus manos y hacia la desaparición. Hundido y sin nadie que lo rescate, el Hércules es hoy en día más un pecio en alta mar que una entidad con gancho para que alguien desembarque en Alicante y nos dé una alegría. Pero a Ortiz, que más le da, a él le va la marcha. Hay una foto en esta misma temporada que le define. Fue tomada en el Nou Camp, ¡como iba a faltar a esa cita el máximo accionista!, riéndose a mandíbula batiente, hablando por el móvil, su gran perdición (no aprende): la alegría del dinero, del suyo y del que no paga.

Y detrás Parodi con gesto admirativo hacia su mentor. Él tiene bastante con intentar no entrar en prisión, con que sus abogados hagan lo imposible para que la acumulación de condenas no le lleven a pasar una larga temporada en la sombra, pero el Hércules cada vez lo tiene peor, la mácula de su gestión no tiene arreglo. La gran deuda tiene nombre y apellidos: Enrique Ortiz. Lo que no tiene es quien la satisfaga. No hay alma caritativa que se haga cargo con dinero contante y sonante o al menos por el método del aval. De no ocurrir un milagro, esto puede ser el principio del fin del Hércules C.F., o se encuentra un mirlo blanco, en este caso blanquiazul, o esto se va al garete.