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Pescadores, cazadores y sembradores

Me dicen mis amigos que no escriba siempre de política, que deprimo al personal. Pues bien, como esta es la primera columna del año, y sin que sirva de precedente, les voy a hacer caso.

Hoy voy a hablarles del arte de la seducción, que tiene un poco de atractivo y otro poco de engaño.

Mi amigo Muñaqui, sociólogo, afirma que todos y todas utilizamos alguna de las siguientes estrategias para ligar: la de los cazadores, la de los pescadores y la de los sembradores.

Los cazadores son aquéllos o aquéllas que disponen de poco tiempo y tienen mucho que ganar o derrochar. Por eso, en sus maniobras, normalmente, dedican esfuerzos para identificar con claridad a sus presas. Examinan el terreno y, en función de sus objetivos (y/o sus posibilidades), delimitan un trofeo con unas características peculiares. Más alto, más bajo, más gordo, más flaco, más libertino, más conservador? Una vez localizado el botín, preparan la munición adecuada y disparan. Aunque tengan que matar moscas a cañonazos. Pero se la juegan en una única oportunidad y con mucho empuje. Y triunfan o fracasan. Si ganan, se lo llevan todo. Si fracasan, lo dilapidan todo también.

La estrategia de los pescadores es distinta. Suelen utilizarla los que no pueden dejar de «estar» y necesitan probar suerte sin quemarse excesivamente. Es mucho menos agresiva y resulta ideal para quien no tiene ya muchas fuerzas para seducir. A mi juicio, un poquito aburrida, qué quieren que le diga. Consiste en montar un anzuelo con todas tus potencialidades? lanzar la caña? y esperar, pacientemente, a ver si alguien pica. Puede irte muy bien? o menos mal. Depende de dónde te ubiques y de si escoges el cebo idóneo para la fauna objetivo, te pones morado o te vas a casa en balde. Pero, al fin y al cabo, con esta maniobra, siempre «permaneces» y con un poco de suerte, te llevas algo.

Finalmente está la estrategia de los sembradores. Requiere de paciencia. La ejercita el que no tiene nada que malograr.

Consiste en arrojar y esparcir las semillas en una tierra que normalmente está preparada, regarlas de vez en cuando adecuadamente? y dar tiempo al tiempo. El mérito está en ser audaz para identificar el terreno fértil y en no dejar de cuidar las plantitas. Según mi amigo, es la fórmula que a la larga suele funcionar. Pero tiene el peligro de que, si tienes muchas recompensas, se puede olvidar. Cuando se te sube el éxito a la cabeza, empiezas a ligar, te pones eufórico, dejas de lado la técnica y... tienes todas las papeletas para acabar con la tentación de comenzar a cazar (o a pescar).

En fin, que no sé por qué, me acordé de las teorías Muñaqui el otro día cuando ojeaba en la prensa el resultado de las últimas encuestas electorales. Según el estudio de Sigma Dos publicado este jueves en el diario «El Mundo», el PP logra un 33,3% de la intención de voto (11% menos que en 2011, pero consigue remontar), el PSOE un 24,4% (sigue cayendo en picado, pero ahí está), mientras IU, UPyD y Ciutatans consiguen continuar aumentando.

¿Identifican ustedes a los cazadores, los pescadores y los sembradores en este caso?

¡Vaya! Pero si yo hoy había prometido no hablarles de política. Así que, olviden el último párrafo. Feliz entrada de año.

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