Quedamos en conocer las Bardenas pero, por mucho que me esfuerzo, no me quito de la cabeza que el enclave al que nos dirigimos es Bárcenas. Y al saber que se trata de cuarenta mil hectáreas protegidas, donde las escasas lluvias forman escorrentías que modelan a capricho su cambiante fisonomía y donde la erosión llega a alcanzar 90 toneladas por hectárea y año, la confusión terminológica se hace aún más consistente. Solo cuando al pisar el terreno te percatas de que aquello es un desierto de tomo y lomo, enseguida captas que Bárcenas no puede ser. Además se comprueba que se trata de un lugar de peregrinación de franceses en 4x4 a la búsqueda de espacios puros y, al tesorero más fecundo de la historia de España, las películas francesas se la traen al pairo y la pureza no digamos, ya que, pensando en los que le rodean, a él lo que le va es el queso suizo fresco del que se unta.
Para no transigir con que la historia de España se quede en esa representación, dormimos en Sos del Rey Católico. Como su propio nombre indica, allí es donde nació el ínclito aunque alguna y algún que otro dirá: «Pero Rodolfo Sancho, hijo de Sancho Gracia, ¿no es madrileño?». El caso es que el Fernando menos agraciado vino al mundo en ese pintoresco y fronterizo pueblo aragonés porque su madre, Juana Enríquez, puso tierra de por medio con Navarra ante las disputas sucesorias propias del rango. Fueron tantos los frentes que el monarca tuvo abiertos durante su andadura que, al contrario que su sucesor Rodolfo, no tuvo que preocuparse por el share. Los del serial contemporáneo lo han superado con éxito y eso que en sus dominios se puso el sol. Ocurrió en Cataluña donde Isabel no superó el 7 por ciento de seguimiento a pesar de que, evidentemente, la productora sea Diagonal TV. Y, sin embargo, aún hay que mejorarles el guión.