Mucho se habla de las dos Españas, ideológicamente hablando, pero qué me dicen de los dos mundos antagónicos que se han creado últimamente en nuestro país. Y tú, ¿en cuál te identificas? Puesto que estamos acabando el año, conviene hacer balance. Nuestro país se identifica con cinco millones de personas que viven en situación de exclusión social, se identifica con un 53% de paro juvenil y con un aumento de millonarios, sí, entre la 1ª mitad del 2013 y mediados de éste, aumentaron un 24%. España es un país donde la crisis ha generado mayor desigualdad. Este fenómeno tiene sus causas y sus consecuencias y eso lo dicen hasta los economistas. Recomiendo al respecto el artículo de Miguel Ángel García Vega (El País 09/11/14) titulado «El negocio está en los extremos», que muestra la cara B de esa inequidad social y las consecuencias de una plutocracia insaciable.

Así, el negocio económico en nuestro país se divide entre el mundo del lujo y las empresas de alimentación o de venta minorista cuyo atractivo es el precio. Esa es la paradoja española: pese a tener 5,4 millones de personas sin empleo, somos el noveno mayor mercado del mundo para el lujo. Sólo dos puestos por debajo de Alemania, que tiene un 5% de paro, frente a nuestro 23%. Junto al lujo de las tiendas Gourmet, convive lo cotidiano, llenar la cesta de la compra con un presupuesto familiar cada vez más bajo. Eso es lo que ofrece Mercadona, que ha mejorado su facturación durante los años de la crisis: «mantener los precios por debajo de la media anual del IPC de la alimentación», dice un portavoz. En estas circunstancias, hay empresas y empresarios que aprovechan la coyuntura para poner a los y las trabajadoras al borde del abismo. Un reciente trabajo de La Caixa advierte que las rentas salariales están cayendo frente a las del capital y así, le ponemos la alfombra roja a la desigualdad, consolidamos la fractura social y la merma de los derechos de los trabajadores.

Dirán que exagero porque ustedes compran, la mayoría, en supermercados de esta cadena. Personas mayores, estudiantes, familias con ingresos escasos,? consiguen llenar la cesta de la compra con los precios más bajos del mercado. Dicen que ofrece un contrato indefinido y un sueldo de más de mil euros. ¿Se puede pedir más? Este supermercado ha hecho de la «marca blanca» el secreto de su éxito: un producto de marca de un distribuidor que tiene como objetivo ofrecer a un precio más atractivo una calidad «aceptable», según definición del propio empresario. Antonio Maestre, en su artículo «Mercadona, derechos laborales de marca blanca» (La Marea abril 2014), descubre las «fallas» de esta gallina de los huevos de oro y demuestra que el adjetivo «aceptable» es aplicable tanto a los productos que vende como a las condiciones laborales que ofrece. A tenor de las directrices que rigen el nuevo convenio colectivo de 2014, el método de trabajo genera un gran estrés en la plantilla, (trabajo rutinario, exigencia de buena presencia y maquillaje para las empleadas o un lenguaje específico que define al cliente como «El Jefe»). En segundo lugar, y no de menor importancia, el trabajador encuentra dificultades para estar de baja por enfermedad. En Mercadona, «se puede trabajar enfermo», con los riesgos que esto conlleva, y aplica métodos de presión para que sus trabajadores no cojan la baja (su protocolo interno exige que el médico de la empresa debe autorizar la baja por enfermedad). Otra medida, es la de utilizar el despido disciplinario para ahorrarse la indemnización por despido. Conviene decir que este despido disciplinario (colocar mal una botella en la estantería, llegar tarde?) contará con dos o más empleados que refrendarán las acusaciones, conscientes de las represalias si no lo hacen. Las opiniones de los economistas no dejan lugar a duda, la brecha económica que se consolida en nuestro país tiene y tendrá consecuencias diversas en nuestra calidad de vida y nuestro entorno social. Que la pobreza y la desigualdad hayan crecido en nuestro país ha propiciado riqueza para unos pocos -empresarios y sector de la banca- quienes difícilmente devolverán al país y a las personas todo lo que les sobra a ellos. El lema «vende mucho porque vende barato», que encarna la cadena de supermercados aludida, demuestra que la crisis genera negocio, en detrimento de lo que consumimos, y que de esta crisis quienes han salido recortados, castigados y anulados han sido los y las trabajadoras. Y toda esta espiral de desigualdad manipulada, culmina con el anuncio de Ikea sobre la «Otra Navidad». Sólo nos faltaba esto: trabajar doce horas al día para ser pobre, para poder comer sólo marcas blancas y sentirte encima culpable porque tus hijos reclaman más tiempo de ti. Sin querer aguarles las navidades, pensemos en quién revierte nuestra cesta de la compra. Les deseo, con grapas en el hígado que diría Fani Grande, una feliz nochebuena.