Era uno de los mejores políticos con que ha contado nunca Alicante y el PSOE, porque tenía una visión a largo plazo y era maestro en el regate corto. Políticamente era la voz de la ciudad y la provincia, en Madrid y en Valencia, sin estridencias pero con contundencia y firmeza. Especialmente en momentos en que suponía contrariar a los jefes. Sus reivindicaciones ante el peso institucional y en el partido, de Valencia y la comarca de L'Horta le ocasionó multitud de problemas y algún desengaño. La misma constancia y generosidad que ponía en los grandes temas la lucía en la vida cotidiana, en sus objetivos fueran personales, familiares o políticos.

Nos conocimos siendo Antonio concejal de Tráfico y yo aprendiz de periodista. Él intentaba romper el monopolio de algunos en el sector del taxi, y yo contar lo que pasaba; y los fascistas de Girón venidos de Málaga no pudieron son su tenacidad. Antonio era un chaval criado en el Hogar Provincial, y lo tenía a orgullo, porque su madre se había sacrificado por toda su familia numerosa. En su etapa de Presidente de la Diputación, lo que pidieran los niños era decreto. Y se emocionaba en cada visita, recuerdo especialmente cuando un crío le pidió de regalo de Reyes, un canario. Era doctor en gramática parda, máster en los quehaceres de la vida y yo por eso le reprochaba que veneraba en demasía a los universitarios. Algún fallo tenía que tener.

Era mi amigo el Moscú (a mí me llamaba «muelle»). Podíamos debatir, discutir, contrariarnos hasta el aburrimiento. Él desde sus cargos políticos o empresariales, y yo de mosca cojonera o de soldado raso. Él estaba donde había elegido y yo donde me encontraba cómodo; incluso también se puede leer al revés. Era mi amigo porque me aceptaba y me respetaba aunque le llevara la contra, y a la inversa. A mí puede entenderse, pero tenía la misma actitud con los adversarios de dentro y fuera del partido, lo que es poco o nada frecuente. A más de uno les tendió la mano sin condiciones cuando el agua les sobrepasaba. Cuando, en mi bisoñez, dimití de jefe del gabinete del Presidente de la Diputación, dejó de ser mi jefe -un buen jefe- pero siguió siendo mi amigo hasta siempre. No veremos, abrazos y besos.