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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Subidos al Ring

Mis hermanas aún me lo echan en cara: «Al niño solo le gusta lo bueno»

Como entraba en casa, me aficioné de crío a leer el periódico iniciándome con deportes, que era lo que tocaba. Pronto me incliné por los que escribían diferente. Mis hermanas aún me lo echan en cara: «Al niño solo le gusta lo bueno».

Así me tiraba de cabeza a las crónicas de Antonio Valencia y de Fragoso del Toro y me quedaba enganchado con pasajes pugilísticos de Manuel Alcántara, que practicaba nuevo periodismo pegado al ring de donde le sacaba una espinela al baile de Legrá en el décimo asalto, de Fernando Vadillo y de Julio César Iglesias, a semejanza de lo que ocurriría con la crítica taurina de Joaquín Vidal, pese a que ni el boxeo ni los toros sean lo mío.

Con los estertores del régimen, que no se acababan nunca, un regimiento se metió Triunfo en vena, Ajoblanco, Cuadernos para el diálogo, La Cordorniz y Hermano Lobo con tal de seguir las huellas de los Forges, Ops, Gila, Summers, Vázquez Montalbán y Haro Tecglen dentro del manojito que ya empezaba a barruntarse que tampoco era bueno hacerse tantas ilusiones. Pensando en la profesión, había que hacérselas. Rosa Montero engatusaba con sus tête à tête novelados y Pedro Rodríguez llevaba tiempo de barroquismo de alta graduación. Qué retrato de Emilio Romero no fabricaría en Benidorm que la cordial queja del prócer fue de las que hacen época: «Es que me ha hecho una entrevista en la que quien se luce es él mismo».

A esto no le quedó más remedio que abrirse y por un lado entró la pólvora proveniente del Post y por otro la arrogante seducción de Tom Wolfe. En el interior fueron años de búsqueda mezclada con el ansia de los lectores por acceder a claves dentro de la exaltación de la independencia... editorial, por Dios. Ante obstáculos propios del camino, empresas aceptaron que se puede ser de un banco y no estar loco y curritos se fueron a terapia donde, pese a que a los enganchados nos parezca increíble, descubrieron que del periodismo se sale. El caso es ofrecer una primicia.

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