El 30 de junio se cumplirá un año desde que tuvimos conocimiento a través de los medios de comunicación de que la Xylella Fastidiosa había llegado a la península por el valle de Guadalest. El 6 de julio, de forma abrupta y sorpresiva, irrumpieron las máquinas de TRAGSA y arrancaron la parcela del agricultor que desde el 2012 estaba comunicando a la Conselleria de Agricultura los problemas que había detectado en algunos almendros. Finalmente, el 7 de julio (un día después de arrancar y triturar la parcela en cuestión), se publicó en el DOGV la existencia de un primer brote en la parcela reseñada y la adopción medidas urgentes de erradicación.

Durante este año, lo que hemos experimentando los afectados con la política y en relación a la crisis de esta plaga me está dejando atónito, encrespado, pero también embravecido y con más ganas que nunca de defender el territorio de Alicante y evitar la despoblación. La actuación de la Administración autonómica con la Xylella y los afectados directos está siendo no sólo un disparate, sino que se atreven a faltar el respeto a las personas, coartar el derecho fundamental a la libertad de expresión, ofender a la dignidad e insultar los esfuerzos de los agricultores.

No acabo de entender la pésima gestión de la GVA. Me considero una persona de izquierdas, de hecho, he pertenecido al Partido Socialista. Pero este PSPV valenciano es irreconocible, soberbio y se equivoca en lo más grave, porque está intentando restringir los derechos fundamentales de libertad de expresión y la defensa en el ejercicio de nuestros derechos e intereses legítimos de acudir a los tribunales para que no pueda producirse indefensión. No nos dejan hablar, somos incómodos, debemos guardar silencio, pues somos «pequeños y desgraciados».

Durante este año de Xylella jamás pude imaginar de la Administración pública una actitud tan arrogante, insensible, prepotente y amenazadora por el simple hecho de poner en duda y no estar de acuerdo con la versión oficial del Gobierno. No es de recibo y de responsables políticos solventes que, ante las dificultades propias del cargo que ostentan y, para intentar salir airosos de la decisión política que han adoptado, se dediquen a despejar balones y a señalar a las víctimas como los culpables de lo que está pasando.

La Conselleria de Agricultura defiende el plan de erradicación de almendros afectados y sanos para abordar con efectividad el problema de la Xylella. Y ASAJA Alicante y la Plataforma de Afectados opinamos que en estos momentos es más efectivo un plan de contención por el que sólo se arranquen los arboles infectados y sospechosos y se realice un seguimiento exhaustivo y periódico (2 veces al año) para ver cómo evoluciona la plaga. Hasta aquí todo normal, dos opiniones distintas, un debate, discusión templada, diversidad y la pluralidad que se requiere en cualquier sociedad democrática, que además resulta saludable, básico y habitual.

Pero no, la Administración no acepta que opinemos diferente y que ejerzamos nuestros derechos legítimos y democráticos de recurrir a la tutela efectiva de la justicia para defendernos y evitar el arranque masivo de más de 55.000 árboles (que supone ya el 50% de los almendros de secano del norte de Alicante). Hasta el punto de que en la orden que regula las irrisorias ayudas indemnizatorias establece que los que ejerzan su derecho de oponerse y no presenten la autorización para arrancar las parcelas no podrán acceder a las indemnizaciones.

A la Conselleria de Agricultura no le echamos en cara que argumente y ejecute la solución de «erradicación», lo que le reprochamos es que hagan las cosas pensando en su beneficio propio como políticos y no trabajen por los ciudadanos. Los intentos de callarnos, de tratar de infundir miedo y anunciar represalias por convocar una manifestación en Benissa, por las formas mezquinas y arrogantes, por ocultar la información y actuar con opacidad, por la manera de actuar de TRAGSA, por no haber visitado la zona afectada, por rodearse de «lametraserillos» de València para atacar Alicante, por desmerecer a los científicos, técnicos y expertos que difieren del plan de erradicación, por la falta de transparencia y manipulación, por el abandono a los afectados, por no tener humanidad y, sobre todo, porque en un año aún no han tenido ni un puñetero gesto de apoyo a los afectados.

El pasado día 4 de junio, el nuevo presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, anunció que «escuchar, dialogar y consensuar han de ser los 3 pilares de la política del siglo XXI». Esperemos que el PSPV tome nota porque hasta la fecha, en lugar de diálogo, hemos tenido que sufrir la ley mordaza, malas caras y amenazas. En lugar de consenso, hemos recibido arrogancia e imposición. En lugar de escuchar, solo han hecho que atropellarnos y triturar nuestro entorno, medio de vida e ilusiones.