Pacheta ya está en los altares de la afición del Elche. Queda culminar un éxito que está muy cerca. Pero el entrenador burgalés se ha ganado, por méritos propios, el corazón de los seguidores franjiverdes. Desde que llegó al banquillo ilicitano no ha perdido, y van ya 16 partidos; ha recuperado la ilusión de los aficionados, pero, lo más importante, es que está dejando una impronta del técnico superlativo. Lo controla todo, no se le escapa ningún detalle, su labor como psicólogo está siendo brillante y tiene a todo el vestuario bebiendo de su mano. Y por si fuera poco, ayer, en el partido más importante de la temporada, dio toda una lección táctica y supo leer el encuentro a la perfección. Acertó de principio a fin. En el once inicial no reservó a nadie. Apostó por los buenos y sorprendió poniendo a Nino titular y de referencia ofensiva, en lugar de segundo delantero, como había sido habitual hasta ahora. El preparador franjiverde buscó, con esa variación, potenciar el centro del campo retrasando un poco a Javi Flores y formando un trivote de lujo en la zona de creación para quitarle la pelota a los jugones del Villarreal. El «invento», de situar a Benja en la banda derecha, cada vez le sale mejor. A pesar del potencial del Villarreal B, con Raba y Samu como refuerzos de lujo, le ganó la partida de principio a fin a Miguel Álvarez. Por si fuera poco, volvió acertar con los cambios. Collantes dio más profundidad y experiencia y lo situó en la izquierda porque Iván Sánchez ya estaba cansado y Manu necesitaba ayudas en defensa. Luego sacó a Josan, para dotar al equipo de calidad y encontrar huecos a la contra. En esta ocasión, el crevillentino cumplió a la perfección. Y para redondear, Jony, que apenas había jugado en el «play-off», tuvo su oportunidad y aportó mucho trabajo en la medular. Con todo ello, impidió que el filial del submarino amarillo saliera a flote. El último entrenador encumbrado a las alturas en el Elche fue Fran Escribá, Pacheta ya ha cogido el relevo.
