Sabemos que tenemos una enorme Administración pública. Supone algo más de 4 de cada 10 euros que producimos. Este dato por si solo tampoco es relevante, porque la pregunta importante es si esa estructura es eficiente o no. Dicho de otra forma, puede existir una administración grande y eficiente, y también puede ser pequeña y desastrosamente gestionada. Tamaño y eficiencia son dos variables que deben valorarse conjuntamente.

Por tanto, la cuestión relevante es: ¿Cómo se gestionan esos inmensos recursos, ese 42 % del PIB? ¿Recibimos los mejores servicios públicos posibles con esa financiación? ¿Hemos creado una enorme estructura pública, y la preocupación de los ciudadanos debe ser, aparte de la ideológica, la gestión? ¿Nuestros gobiernos son buenos administradores?

Un dato objetivo es que estamos saliendo, de forma lenta, de la crisis. Realmente se recuperan los niveles previos a la recesión.

Y un último detalle a incorporar a este breve análisis es que los últimos gobiernos han subido excesivamente la presión fiscal. Así el PSOE subió el IVA significativamente, y luego el PP, realizó más de 40 subidas impositivas. El ejercicio 2017 se ha cerrado con cifras récord de recaudación impositiva y con una deuda pública que acaba de marcar máximos, alrededor del 100 % del PIB y algo muy importante, una inflación moderada.

Pero lo que nadie ha planteado todavía es, ¿si hemos recuperado el nivel de PIB previo a la crisis, por qué no recuperamos también los niveles impositivos previos? Recordemos que por ejemplo, el IVA, ese impuesto tan universal, estaba al 16 % antes de la crisis, o el recibo eléctrico que pagamos todos continúa doblemente gravado.

Desde el Observatorio Económico de la Provincia de Alicante proponemos una progresiva reducción de la presión fiscal que obligue a las administraciones a ajustar todas sus ineficiencias, reducir la enorme regulación y eliminar duplicidades. Que baje el Impuesto de Beneficios como medida para fomentar el aumento de salarios, podrá llevar posiblemente a una mayor recaudación para la Seguridad Social al subir la masa salarial, como ha ocurrido en Estados Unidos. Esta medida, junto con una reducción paulatina de la deuda pública, que supone un impuesto a futuros, permitiría una consolidación de la recuperación. Como dato, una familia de cuatro miembros, debe 100.000 euros.

Una última reflexión. Tenemos menos empresas con menos empleados, pero se recauda más, y la mayoría son pymes ¿Cómo es posible? La respuesta es muy sencilla, la presión fiscal es enorme. Seguramente es el momento de reducirla, permitiendo aumentos del consumo y la inversión, y no inventar nuevos impuestos como ha propuesto el PSOE.

Alguien puede argumentar que si se reducen impuestos, se verá amenazado el Estado del bienestar, pero no siempre es así. En muchos casos, en la Administración Local por ejemplo, se han reducido tributos y se aumenta la recaudación, entre otros aspectos, con una buena gestión de los padrones municipales y una mejora de la eficiencia.

¿Por qué ningún partido político habla de reducción impositiva que dinamice el sector privado, reduzca el efecto Crowding-out y permita mejorar el consumo y que las pymes puedan aumentar su financiación propia? Ese es el debate que debe plantearse, empezando a juzgar la ideología, pero también la gestión de los partidos políticos.

Si no estamos satisfechos con nuestro modelo de bienestar, quizás el debate no es exclusivamente si la recaudación es mucha o poca, que también, sino cómo se está gestionando ese 42 % de PIB.