Como diría Rajoy, no es noticia menor, sino noticia mayor que una joven de 28 años, nacida en el Bronx (NY), hija de una madre portorriqueña (latina, por tanto), con apellido Ocasio-Cortez que habla español, socialista y vinculada a Sanders, se haya convertido en una de las políticas con mayor proyección de Nueva York y por extensión de los Estados Unidos. Ocasio-Cortez acaba de ganar por goleada las primarias del Partido Demócrata en los distritos del Bronx y Queens, en la ciudad de Nueva York y lo ha hecho arrasando a uno de los popes de su partido, el congresista Joe Crowley. Su campaña ha pivotado sobre la abolición de la Agencia de Inmigración y el Control de Aduanas y en la necesidad de impulsar el proyecto de ley Medicare (sanidad pública universal). Llegados a este punto, a Trump está a punto de estallarle la cabeza porque la amenaza en su ciudad es una mujer joven, feminista, latina que habla español, socialista y que abiertamente crítica sin tapujos y con dureza las políticas de inmigración y sanidad de la actual administración republicana.

La próxima primavera aquí nos jugamos mucho en las elecciones al Parlamento Europeo, no se juegan menos los estadounidenses cuando en noviembre renueven buena parte de su Congreso y Senado. Trump podría quedar muy tocado y convertirse en lo que los norteamericanos llaman un pato cojo. Será entonces cuando savia nueva como Alexandria Ocasio-Cortez pueda convertirse en congresista y trabajar para implementar algunas de las políticas que ahora proclama y para frenar con urgencia la actual deriva totalitaria.

El caso es que Ocasio-Cortez y nuestro flamante doctor honoris causa por la UMH, Tino Villanueva, están vinculados académicamente hablando a Boston University. La primera como estudiante, el segundo como docente que lo ha sido durante muchos años en esa prestigiosa universidad. Ambos defienden la lengua española como herramienta de integración, como valor y riqueza cultural. Tino Villanueva es un referente de la poesía, literatura y cultura chicana, movimiento que, entre otras cosas, apostó históricamente por la pujanza y desarrollo del español en los Estados Unidos. Hace algunas semanas visitaba nuestro Departamento de Ciencias Sociales y Humanas de la UMH otro referente de perfil similar, el profesor Francisco Lomelí, de la Universidad de California Santa Bárbara y miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Villanueva, Lomelí u Ocasio-Cortez defienden la lengua como elemento integrador, frente a la utilización de ésta como eje vertebrador en la construcción de un discurso xenófobo que la estigmatiza y la utiliza como arma arrojadiza frente al diferente.

Quién le iba a decir a Tino Villanueva o Francisco Lomelí que casi podrían ser abuelos de Alexandria Ocasio-Cortez que su lucha de los años 60 del siglo XX iba a estar más viva que nunca en pleno siglo XXI. Quién le iba a decir a un superviviente del racismo y de la supremacía blanca como Villanueva que aquella escena de la película Gigante se iba a reproducir y amplificar hoy en los Estados Unidos y en otras muchas partes del mundo. Las imágenes de la frontera estadounidense/mexicana con los niños y niñas siendo separados brutalmente de sus padres han dado la vuelta al mundo. También las del Aquarius y otras muchas que vienen a certificar que hoy el Mediterráneo es la fosa común de un vergonzante genocidio. Son dos claros ejemplos del neofascismo que vivimos a uno y otro lado del Atlántico. Un neofascismo (populista) que se ha ido cociendo a fuego lento con la utilización perversa y torticera de dos ingredientes altamente inflamables como la xenofobia y los nacionalismos más retrógrados que en algunos casos utilizan las lenguas como arma letal. Hablar español se ha convertido en un ejercicio de alto riesgo en algunas situaciones cotidianas en los Estados Unidos. El mensaje del odio ha ido calando. El odio al diferente se ha ido acomodando en nuestros entornos más cercanos y no hace falta irse lejos para comprobarlo. La deriva totalitaria en Italia, Polonia, Hungría, República Checa o Austria (que ahora presidirá la UE) es asfixiante. Los mini Trump se han ido reproduciendo como cucarachas en la vieja Europa y todo gracias a la complicidad de miles de votantes que han comprado el fácil discurso del odio y de la amenaza del diferente.

Lo que sufrió Villanueva en su infancia y adolescencia es lo que ha denunciado Ocasio-Cortez durante su campaña de primarias, y son exactamente las mismas violaciones de derechos que se perpetran en Europa en nombre de esos nacionalismos tan perniciosos para la convivencia en paz. Por todo ello, siento orgullo que mi Universidad integre en su nómina de doctores honoris causa a un tipo de la talla moral y académica de Tino Villanueva y lo haga en un momento como el actual donde es necesario alzar la voz y actuar. El que calla, otorga. Es momento de frenar a la bestia y en Estados Unidos (en noviembre) y en Europa (en junio) tendremos urnas para hacerlo.