Sicario: El día del soldado es el título de una película que narra el enfrentamiento entre los cárteles de la droga en la frontera entre México y Estados Unidos, y la intensificación que se produce cuando aquellos comienzan a traficar con terroristas, y cómo para hacer frente a todo ello, los agentes federales americanos recurren a nuevas estrategias.

Y es el italiano Stefano Sollima, autor de series tan conocidas como Gomorra quien dirige un filme de acción y de violencia, trepidante y tensa, en la cual el narcotráfico mexicano vuelve a ser el protagonista, complicándose en este caso aún más la trama, con la circunstancia de que los terroristas yihadistas también intentan entrar a través de la frontera de México, frente a lo cual las fuerzas de seguridad de los Estados Unidos plantean nuevas actuaciones guiadas por un efectivo agente federal y un sicario sediento de venganza, encarnados por dos magníficos actores que transmiten complicidad y magnetismo en sus interpretaciones, y que son Josh Brolin y Benicio del Toro.

Y termina la película, que me parece magnífica y entretenida, dejando abierta una continuación, a lo que añado que existe una precuela de este filme que imagino igualmente atractiva e intrigante, al contar con los mismos protagonistas, y un excelente director, como es el francés Denis Villeneuve.

Y claro, con esa expectativa de ver esta última película que en su momento se me escapó, y de esperar la segura secuela, reflexiono acerca de lo que son las expectativas que creamos ante situaciones o personas, y que la diferencia entre aquello que sucede y lo que imaginamos determina cómo nos sentimos.

Pues la realidad es una construcción de quien la contempla, y por lo tanto es subjetiva, por lo cual siempre será apreciada a través de los ojos del observador. Mientras que las expectativas son los deseos que cada uno de nosotros genera, en función de factores tan diversos como las experiencias previas o la personalidad de cada cual.

Siendo pues las expectativas construcciones de sucesos futuros, que pueden llevar a frustrarnos, pues nos cuesta asumir que si algo nos decepcionó fue debido más a esa ilusión que a los acontecimientos en sí. Frente a lo cual hay que considerar que no son las cosas en sí mismas las que nos preocupan, sino la opinión que tengamos de ellas.

Es decir, que tener expectativas resulta esperanzador, pero también que si no se cumplen, hay que tener el talante de aceptar la realidad, y estar dispuesto a enfrentar nuevos anhelos.

Como los que yo tengo, de visionar la primera parte de esta película que tanto me ha gustado.

Y de nuevo admirar a ese gran intérprete, de poderoso talento interpretativo y personalidad. Uno de mis actores favoritos. El gran Benicio del Toro.