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Tres puntos de sutura

El Hércules afronta este mediodía en Valencia algo más que un partido y la recuperación del liderato. El equipo de Planagumà necesita reafirmarse tras las dos derrotas consecutivas en el Rico Pérez frente a dos recién ascendidos (Atlético Levante y Teruel), al tiempo que debe de salir al rescate del club para intentar coser las heridas abiertas con el portazo de Quique Hernández y su dimisión como presidente. Con un equipo que ilusiona como ningún otro en estos últimos cinco años de calvario, una derrota ante el Mestalla y la consiguiente pérdida del liderato ahondaría las dudas sobre el proyecto y agravaría la crisis institucional abierta con la renuncia del exentrenador. Nadie en los despachos quiere que los constantes enredos en la gestión de la entidad acaben por contagiarse al vestuario y el próximo fin de semana ante el Badalona se recupere en el Rico Pérez la letanía del «¡ Portillo, vete ya!». Porque la marcha de Quique ha dejado tanto disgusto y adhesión solidaria entre el herculanismo como sorpresa y malestar en el club. Es unánime el reconocimiento a la labor del presidente dimisionario para revitalizar el sentimiento blanquiazul y reforzar los lazos con la sociedad alicantina y la afición. Al cabo, su salida repite la larga historia de desafección entre los propietarios del club y sus altos directivos. Nada nuevo en los últimos 15 años. Esta vez, el choque de Hernández ha sido con Juan Carlos Ramírez, a quien Enrique Ortiz mantiene porque le ayuda con el 50% del presupuesto anual, que esta temporada ronda los 1,8 millones. Todo sea por la «pasta». La misma que se le ha racaneado a Hernández en estos ocho meses, cuando un ilustre antecesor suyo, también valenciano, se llevó del club hace ocho años en concepto de indemnización unos 300.000 euros. Mientras, en las oficinas del Rico Pérez intentan recuperarse del «enfado y la decepción» por la marcha de Quique porque consideran que le ha podido su carácter impulsivo y su encono personal con Ramírez y el responsable de publicidad Germán Antón. No entienden que arroje dudas sobre la gestión la misma semana que se auditaban las cuentas del Hércules y desencadene una tormenta cuando más calma necesitan la entidad y el equipo. Y ahí está la clave: en el equipo y en los tres puntos de sutura que necesita hoy en Paterna.

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