Casi todo el mundo sabe que se denomina retranqueo a la ubicación de un edificio por detrás de una línea trazada a cierta distancia de la calle y de otras edificaciones. En el caso concreto de Benidorm ese espacio es de siete metros -como mínimo- hasta la acera; y de catorce a la construcción colindante, en la llamada "Ciudad Jardín".

Cuando hace muchos años mi inolvidable amigo Don Pedro Zaragoza Orts se quejaba de lo dañino que era para la imagen de Benidorm la aparición de elementos fijos en zonas de uso y disfrute de los locales comerciales, me explicó que él y su equipo técnico habían pensado que éstas deberían utilizarse como zona ajardinada; o colocar en ellas mesas y sillas para el servicio de hostelería, o instalar expositores que a la hora de cierre de los negocios se guardasen en el interior de los establecimientos.

Para no inquietar ni enfadar a nadie, comenzaré por intentar justificar -en parte- estas edificaciones en base a la evolución y al mundo dinámico en que se mueve nuestra ocio-urbe.

Pero no nos engañemos: todas ellas son totalmente ilegales: porque amplían la superficie de esos locales; excediendo el volumen de obra permitida de las fincas en que están enclavados y que se concreta en los proyectos de ejecución aprobados por el Colegio de Arquitectos y ratificados más tarde por el Ayuntamiento.

En el primer mandato del alcalde D. Manuel Catalán Chana se ordenó demoler las dos primeras construcciones ilegales: en el edificio El Centro (La Noria) y en el Principado Arena (Restaurante Il Fratelli). A partir de entonces las autoridades municipales competentes en la materia han hecho la vista gorda, y con una sanción administrativa las distintas infracciones urbanísticas han quedado "santificadas". Sería conveniente y necesario comprobar que todas esas obras (toleradas) cumplen con las adecuadas medidas de seguridad.

Repito que, como lo expresaría Teilhard de Chardin, dichas construcciones se han llevado a cabo por "causas exigenciales". Ahora bien, lo que no se puede seguir tolerando de ninguna manera, es que continúen ejerciendo su actividad comercial algunas de esas tiendas construidas con materiales de escasa calidad, hasta que no corrijan sus carencias técnicas y estéticas. Ellas sí representan un auténtico riesgo para la seguridad de personas.

Podría extenderme mucho más sobre el tema, pero acabo con la reflexión que ha hecho que me decida a escribir estas líneas: en el supuesto, que nadie desea, de que a causa de esa ausencia de seguridad hubiese que lamentar una desgracia irreparable, ¿quiénes deberían responder de ella ante la opinión pública y los Tribunales de Justicia?...

A pesar de todo, con algunos defectos por corregir, pero con muchísimas virtudes, Benidorm, desde hace tiempo, es la indiscutible Capital Europea de Sol y Playa.