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Desde Preferente

Lucas V. Belmar

Enero bien vale un esfuerzo

Van ya cuatro temporadas en el pozo de la Segunda B y no es casualidad que en las dos que más cerca estuvo el ascenso coincidiera con la llegada de los mejores refuerzos a mitad de curso. Los David González, Javi Flores, Álvaro García o David Mainz elevaron sensiblemente el nivel de sus respectivas plantillas porque los dueños Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez accedieron a rascarse el bolsillo. Veían factible el salto de categoría (con el consiguiente maná televisivo) y apostaron fuerte después de las Navidades. Todo lo contrario sucedió las dos últimas campañas (con Lolo, Juan Delgado y José Fran) cuando arrojaron la toalla, dieron la empresa por perdida y prefirieron replegar velas y no seguir apostando a fondo perdido.

El resultado de ambas es casi mejor no recordarlo, sin promoción y, en el colmo de los ridículos, ni siquiera Copa del Rey en la 17/18.

Con el mercado de invierno a la vuelta de la esquina, los socios que mueven los hilos del club del Rico Pérez bien harían en destinar una partida presupuestaria en apuntalar una plantilla que ha ilusionado de nuevo a la ciudad, comandada por un técnico como Lluís Planagumà que ha contagiado a casi todo el mundo con su hambre y ganas de abrirse paso en el fútbol profesional. El mal endémico de la falta de gol se repite otro año más y es evidente que Carlos Martínez necesita un socio rematador que marque diferencias y tenga un perfil diferente a Stephane Emaná, a quien apenas hemos podido ver por las lesiones musculares. Aún así, el gran señalado es Carlos Fernández, un atacante todo pundonor y trabajo pero que marcó su último gol hace justo un año y apenas ha tenido minutos en esta primera vuelta.

Como suele ser habitual, antes de entrar hay que dejar salir porque las 16 fichas de mayores de 23 años ya están ocupadas pero antes de todo eso debe sentarse Portillo con Ramírez para hacerle ver que está ante una oportunidad de oro para rentabilizar su inversión y salir de este pozo. La corriente de ilusión no se debe dejar pasar, sería un pecado imperdonable. Y las arcas piden a gritos los ingresos televisivos de la LFP porque el club sigue asfixiado por las deudas.

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