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Juego de tronos

Parece que algunos dirigentes de Podemos son adictos a algunas series de TV estadounidenses y en especial la popular "Juego de tronos".

Contó en su día la prensa que Pablo Iglesias regaló al rey Felipe VI en Bruselas una copia de la misma y que lo hizo "saltándose el protocolo", según precisaron medios monárquicos.

El líder de Podemos explicó entonces que hacía al Rey el regalo de las cuatro temporadas de la serie porque le ayudaría a entender "la crisis política en España".

He de confesar que no he visto, ni tengo la menor intención de ver, esa serie que, según me cuentan, está plagada de sadismo y violentas luchas dinásticas por el control de un trono.

Tampoco sé si el monarca habrá visto la serie o si, habiéndola por fin visto, podrá entender mejor lo que pasa en su país, pero a la vista de la gravísima actual crisis del partido de Iglesias, a uno se le ocurre darle a éste un consejo.

Y es que, en lugar de apasionarse tanto con las series de TV del país de Donald Trump, dedicara más tiempo a analizar y extraer las oportunas conclusiones de la historia de España, la "más triste sin duda" de todas las historias de la Historia, como escribió amargamente el catalán Jaime Gil de Biedma.

Si él y sus jóvenes y ambiciosos amigos politólogos reflexionaran más sobre las causas de nuestras desgracias - la perenne sombra de Caín, de la que habló Machado, la notoria incapacidad para el diálogo y el compromiso-, seguramente ayudarían a evitarnos otras nuevas.

Si en lugar de perder el tiempo con sin duda divertidas fantasías medievales, tuvieran mayor sentido de la realidad, pablistas, errejonistas, anticapitalistas y el resto, se darían cuenta del enorme daño que sus luchas intestinas, con el concurso de unos medios siempre adversos, han causado al conjunto de la izquierda.

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