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The End

Últimamente siento una rara inquietud ante los finales de algunas historias de ficción. Hace tiempo que en el cine la palabra fin no significa conclusión o, al menos, lo que entendíamos por ello los espectadores en las butacas de las salas. En "El reino", la película de Rodrigo Sorogoyen sobre la corrupción política y protagonista de los Goya junto con "Campeones", sobran los últimos quince o veinte minutos que la convierten en un auténtico disparate. No entraré en detalles por si acaso no la han visto todavía. Además, aún estoy impresionado por algo que acabo de leer aunque sucedió hace ya algunos meses. Dos rusos, Sergej Savitskij, de 55 años, y Oleg Beloguzov, de 52, llevaban casi un lustro conviviendo aislados entre bloques de hielo en la estación científica de Bellinghausen, en la Antártida. Cuando no trabajaban mataban el tiempo leyendo las novelas policíacas que intercambiaban. El problema era que el entretenimiento preferido de Beloguzov consistía, a su vez, en revelarle los finales de las novelas a su compañero. Uno de esos largos días tardó menos de lo habitual en hacerse noche y Stavitskij, muy enfadado, acuchilló a Beloguzov con un fileteador de la cocina. No sé mucho más. La víctima se recuperaba de las heridas en Chile, y el agresor sufría arresto domiciliario en San Petersburgo antes de acudir a juicio. Era también la primera vez que a un hombre lo acusaban de tentativa de homicidio en la Antártida. Aunque se trate de una historia real, no de ficción, prefiero no saber cómo termina realmente este asunto tan enojoso como absurdo. Un tipo que acuchilla a otro con el que lleva conviviendo cinco años en medio de la soledad austral más inhóspita por culpa del final de una historia que igual el autor de la novela podía haberse ahorrado por inconcluso y grotesco como sucede de manera calamitosa en la película de Sorogoyen.

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