El 2 de diciembre de 2007 escribí mi primer artículo como comentarista regular de este, mi periódico. Hoy cumplo 500 artículos. Como usted podrá entender es una satisfacción haber llegado aquí sin demasiadas heridas de guerra. Al principio, el periódico dejaba comentar anónimamente los artículos. Y les prometo que algunos me decían de todo menos bonito. No pasa nada. Nunca contesté a ningún anónimo, ni a nadie que decentemente escribiese rebatiendo mi tesis en cartas al director, o en otro artículo. Así hice, así intentaré comportarme.

El trayecto ha sido largo para mí, y para usted, querido lector. Los directores que en este tiempo han capitaneado INFORMACIÓN han querido contar conmigo, y les doy las gracias públicamente. Pero no puedo dejar de agradecer personalmente a Juan Ramón Gil, por ser el que me fichó y ser el que me ha aguantado más tiempo. Le tengo un profundo respeto profesional y personal.

Que el diario me haya colocado estratégicamente, desde hace mucho tiempo, debajo de la genial viñeta de Enrique solo es una gran noticia. Creo que la gente iba directamente a ver a Enrique y de paso que pasaba por allí, leía a «El Punki». Fue siempre una ventaja contar con semejante obra de arte encima de mi artículo.

En el devenir de los acontecimientos vitales me han pasado muchas cosas, pero soy una persona afortunada. No me puedo quejar. Por eso siempre he escrito con libertad. He dedicado artículos a gente que quiero y que me admiraba. He hablado de política pidiendo el voto para el PP, para UPyD y para Ciudadanos. Así fue, y así se lo he contado. Pero nunca fui sectario. No me nace. Ni siquiera con la gente que se levantaba cada mañana intentando hacerme daño. No merece sino mi más absoluta ignorancia.

Mi felicidad, desde que mi hijo llegó a casa hace 10 años, ha sido completa. Tengo una familia maravillosa. Mi hijo Miguel es nuestro reto y nuestro amor. Llevo de director del CEU desde hace 25 años, y espero que dure? Tengo tantos amigos, y buenos, que no tengo todo el tiempo que me gustaría para dedicarles el almuerzo, o el abrazo que se merecen. Pero sé que ellos están ahí, y yo también.

Pero esta aventura de llegar a 500 artículos no habría sido posible sin el concurso de mis lectores. Los que sean. Aquellos que me piden que cambie la foto del periódico porque es de hace tiempo. No la cambié para evitar que me conocieran, pero ni por esas. Me siento agradecido a tantos lectores que, anónimamente, me paran por la calle para citarme algún artículo que les ha gustado, o no.

De haber continuado estos días, le habría escrito un artículo al recién jubilado general Demetrio Muñoz, jefe del MOE, porque es tan alto como yo, pero un pedazo de persona y un militar ejemplar. Que Dios le acompañe, General.

350.000 palabras se han volcado sobre estos 500 artículos. Le confieso que siempre recibí más llamadas de felicitación cuando escribí de temas sociales o callejeros. Lo entiendo, la política está en desuso. Y también les confieso que tenía semanas de no saber qué contar, y otras de poder escribir varios artículos a la vez.

Todo eso pasó durante 500 artículos dominicales, y 500 noches. Y siendo que ahora viene una contienda electoral en la que voy a participar, y aprovechando la efeméride del artículo 500, conviene que descanse yo, y usted.

Escribirse es desnudarse muchas veces. Es mostrar a la gente una parte de ti. Se me habrá notado las veces que no me he sentido bien, mis lamentos y mis penas. Pero también mis alegrías y mis emociones. Todo el ego desparramado cada domingo como penitencia pública.

Un descanso. El que aconseja la prudencia. Un descanso. El que yo necesito. Un descanso. Porque son una ristra de artículos suficientes para envolver muchos bocatas de almuerzo. Soy una persona afortunada y feliz. Por eso solo puedo dar gracias a este periódico por darme esta magnífica oportunidad durante tanto tiempo, con Eva y Mari Luz recibiendo mis artículos. A mis lectores por ser tan seguidores. Al CEU por respetarme escribir. A mi familia por ser mi sustento emocional. A mi hijo por hacerme partícipe de que la vida es compartir. Y a Dios. Adiós.