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Perdonar antiguas tropelías

La petición de López Obrador al Rey para que pida perdón por la conquista española de América

La filtración -se supone que interesada- de una carta del presidente de Méjico López Obrador al rey de España Felipe VI y al Papa Francisco I rogándoles que pidan perdón por las tropelías cometidas por la Corona Española y por la Iglesia Católica con los pueblos indígenas de América ha alborotado el cotarro político. El contenido completo del texto se va conociendo por entregas como en los culebrones, pero ya el propio López Obrador se ha apresurado a aclarar que el también pedirá perdón por los excesos cometidos por la población criolla contra esos mismos indígenas.

Como es habitual entre la clase política, y más aún en tiempo de elecciones, la carta de López Obrador ha sido un pretexto magnífico para que los partidos conviertan sus argumentos en lanzamiento de pedradas con las que descalabrar al adversario venga o no a cuento. Y uno de los más rápidos fue el candidato del PP, señor Casado, que tras calificar a López Obrador como "el amigo izquierdista" del socialista Pedro Sánchez denunció el contenido de la carta como una "afrenta a España", la continuidad de la "leyenda negra" y una muestra del ideario de una "izquierda acomplejada" que no se atreve a defender el honor "de una de las naciones más importantes de la humanidad". Ciudadanos, que siempre evita pisar charcos para no estropear la imagen aseada de Rivera, alegó algo parecido en el fondo pero no en la forma. Unidas Podemos, como era esperable, se solidarizó con López Obrador. Y el Gobierno manifestó que el rey de España no tiene que pedir perdón a nadie y menos aún por unos hechos que aparte de remontarse a varios siglos atrás no se pueden analizar con "consideraciones contemporáneas". Es previsible que la polémica no dure demasiado porque las campañas electorales trituran todos los asuntos a velocidad de vértigo y siempre estará en candelero algo más sensacional que una deuda de honor de tanta antigüedad.

Pedir perdón por infamias cometidas en el pasado se ha puesto de moda y ya son bastantes los políticos que acceden a lavar la imagen de sus tatarabuelos con ayuda de algunos historiadores. (Sin que ese reconocimiento de culpas, claro está, acredite tener firme propósito de enmienda como nos enseñaban en el catecismo). He oído en la radio unas declaraciones en las que un tertuliano ironizaba sobre la asunción de culpas que le correspondería al gobierno italiano respecto al Imperio Romano, una superestructura de la que hemos heredado muchas cosas buenas, una buena parte de ellas impuestas a la fuerza y con grandes dosis de crueldad sobre los indígenas de aquellos tiempos.

¿Tendría España, que fue un extenso imperio, hacer algo parecido? A los escolares que cursamos el Preuniversitario del antiguo Bachillerato con el monotema de "Cronistas de Indias" nos gustaría saberlo. La idea que sacamos de aquellas enseñanzas, al margen de la versión oficial de la dictadura franquista sobre el propósito evangelizador de la conquista, es que no se construye una entidad imperial sin el uso de la fuerza. Incluso de la fuerza excesiva.

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