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Tribuna

El caos torrevejense de los colegios electorales

La abstención en Torrevieja, desde hace décadas, supera a la del conjunto de municipios. Comparando la media de las últimas cinco convocatorias nacionales, autonómicas y locales, Torrevieja ha tenido un dato de participación inferior de 5,3; 13,4 y 11,7, respectivamente, puntualizo que la segunda diferencia es en comparación a localidades valencianas.

El conocer con precisión las causas de las diferencias de movilización electoral en la ciudad salinera, requiere de un estudio sociológico riguroso. El problema que quiero poner de relieve no es el principal, pero sí tiene una solución alcanzable y basándome en lo que me han manifestado distintas personas con las que he coincidido en la jornada electoral, resulta bastante molesto. Me refiero a la distribución de los colegios electorales y los distritos que se asignan a cada uno.

He pasado por distintos espacios de votación y en algunos me he encontrado testimonios preocupantes y quiero mostrar mi admiración por quien en circunstancias tales, sigue acercándose a votar. He conversado con votantes que estando censados más allá del propio Acequión, votaban en un colegio electoral de la urbanización de Las Torretas o del centro de Torrevieja. Menos distancia tenía que recorrer quien se me quejó que tras un cambio, para llegar a su colegio, tuvo que pasar por delante de otros tres, incluida la biblioteca situada frente a su domicilio. Más ejemplos son el de la señora que viviendo cerca del Centro de Información y Animación Juvenil, tuvo que desplazarse hasta otro situado en la calle Unión Musical y el de buena parte de los torrevejenses del barrio del Calvario.

Al igual que el mapa escolar se acabó confeccionando con una clara intencionalidad; esta distribución de los centros electorales también la tuvo en su configuración, hace muchos años bajo el mandato del Partido Popular. El resultado es la dispersión de electores de zonas concretas, dando un mapa de votación monocolor azul, diluyendo el voto no favorable entre distintos colegios, al coincidir con aquellos barrios donde obtenían sus mayores apoyos.

Si siendo joven, el hacer un trayecto andando de en algunos casos de entorno a media hora para votar, obviamente más corto en coche, provoca pereza; una persona mayor o con problemas de movilidad se lo va a pensar mucho. Colateralmente, se reduce la participación en esas zonas y por tanto, hay un beneficio debido a que por mera estadística, si baja la participación entre colectivos no afines, salen perjudicados tus competidores. En las urbanizaciones existe un problema similar, el cual principalmente se debe a nuestro caótico desarrollo urbanístico. En ambos, no está de más estudiar la distribución.

Estamos inmersos en plena carrera electoral; no sé si esta reclamación llega a tiempo, o si se ha llegado a resolver, lo que es seguro, es que en estos cuatro años del mandato que llega a su fin, ha habido tiempo suficiente para solucionarlo. Por calidad democrática, creo que es deber de quien ostenta el poder, más allá de cálculos electorales, proveer a quien quiera votar, la mayor accesibilidad y facilidad posible.

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