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Una muy mala noticia

Me refiero por supuesto a la suspensión por el nuevo Gobierno ecuatoriano de Lenin Moreno de la condición de asilado político del fundador de Wikileaks, Julian Assange, y su entrega a la policía británica.

El periodista australiano, al que el anterior presidente, Rafael Correa, había concedido asilo político y la nacionalidad ecuatoriana fue sacado este jueves en volandas por la policía de la embajada del país andino en Londres, donde llevaba siete años encerrado.

El fin de su asilo se produjo cinco días antes del proyectado viaje de Moreno a EEUU y cuando faltaban solo dos semanas para que el relator especial de la ONU contra la tortura le visitara en la sede diplomática para averiguar sus condiciones de detención.

Significativamente, hace sólo unos días, Estados Unidos, que se cree - y está - por encima de la ley, denegó el visado de entrada al país a la fiscal principal de la Corte Penal Internacional y al personal de ese tribunal creado para investigar y juzgar los crímenes de guerra, genocidio y lesa humanidad.

Nada más conocerse la noticia de la detención de Assange, el ex presidente Correa afirmó que la revocación del estatuto de refugiado constituía una venganza personal de Lenin Moreno por las filtraciones de Wikileaks en torno a supuestos indicios de corrupción y blanqueo de dinero de la familia del actual presidente.

La entrega de Assange a la policía británica para su eventual extradición a EEUU, que le reclama por filtración de secretos oficiales, tiene que ver, según Correa, con un ofrecimiento de Washington a su sucesor, Moreno.

Éste ha dado un giro de 180 grados a la política exterior ecuatoriana y se ha alineado con EEUU, Brasil y Perú en el conflicto venezolano. A cambio, Washington facilitó la concesión de un importante crédito del FMI al país andino.

Por otro lado, siempre según Correa, su sucesor ha prometido impunidad a la petrolera Chevron-Texaco por un antiguo derrame de petróleo en el país andino.

Correa acusa ahora a quien fue su vicepresidente y es ahora enemigo de violar con la entrega de Assange a la policía el derecho de asilo, el derecho internacional y la propia Constitución, además de humillar a su país.

La publicación en su día por Wikileaks de 250.000 telegramas diplomáticos de EEUU gracias a las filtraciones de la ex militar y analista Chelsea Manning sirvió para documentar las continuas prácticas de tortura y violaciones de los derechos humanos cometidas por militares norteamericanos en las guerras de Afganistán e Irak.

El fundador de Wikileaks no tiene demasiados amigos en EEUU, donde muchos republicanos quisieran verle condenado por alta traición mientras que los demócratas no le perdonan posteriores filtraciones que demostraron cómo la dirección de ese partido ayudó a su candidata a la Casa Blanca Hillary Clinton frente al socialista Bernie Sanders.

Lo ocurrido con Assange sigue a la nueva detención en EEUU de la ex soldado Manning, indultada hace más de dos años por el presidente Barack Obama, y a la que ahora se acusa de negarse a testificar ante un gran jurado en relación con ciertas filtraciones de Wikileaks. Son éstos malos días para la libertad de información.

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