Después de unas elecciones generales tan trepidantes como las que hemos vivido creo de necesidad ofrecer algún comentario al respecto. En primer término, Tezanos había acertado en sus previsiones, lo que merece un reconocimiento por parte de todos lo que lo acusaban de tendencioso y sectario. En segundo lugar, Sánchez entró por la puerta de atrás, pero venía para quedarse, como bien se puede apreciar por el éxito sin paliativos que ha logrado en las elecciones. Queda ahora saber cómo y con quién gobernará. Se pueden buscar muchas explicaciones, pero me parece desacertado tratar de restarle importancia a lo que ha ocurrido, como si fuera producto únicamente de un marketing. Sánchez ha ganado a pesar del juicio del procés y del riesgo de que indulte a los procesados una vez sean, en su caso, condenados, y también de que pueda pactar con los independentistas catalanes y vascos. Ha ganado porque ha sabido, de una parte, movilizar al electorado de centro izquierda, que ha votado al PSOE por miedo al tufillo franquista de Vox y también al votante clásico de izquierdas, que ha huido, siguiendo la estela de Errejón, de ese Unidas Podemos bicéfalo, con su papá y su mamá al frente mandando desde el chaletazo.

Habrá quienes todavía no se hayan encontrado la cara después del guantazo recibido, porque la premonitoria hostia, de la que se lamentaba la pobre Rita Barberá, se ha quedado chica al lado de la que le han propinado los votantes al conjunto del partido en general y a Casado en particular. El PP va en caída libre, cuesta abajo y sin frenos, acosado a izquierda y derecha por sus oponentes, que a este paso le van a comer la merienda. Más a la derecha, por ese Vox que se las prometía mucho más felices, pero que ha acabado acogotando al personal con su rancio discurso de la reconquista. Y por su flanco izquierdo por Ciudadanos, que tiene ahora una oportunidad de oro para conseguir ser la alternativa de centro derecha en España, que no puede desaprovechar. Este partido ha de ser capaz de evitar caer en determinados excesos que lo desacreditarían.

El PP se sitúa ante un verdadero abismo y veremos cómo sale parado de las municipales. Es el partido que más se ha equivocado en el planteamiento electoral y el responsable de la confección de las listas tiene nombre y apellidos. Considero que haber prescindido, o bien haber dejado en un puesto irrisorio a gente válida como Carlos Castillo, ha sido un craso error. Y de esto, al menos, Casado no puede echarle la culpa a Rajoy.