Una de las grandes obsesiones de la humanidad ha radicado en el tamaño de las cosas propias y ajenas, hasta el punto de jugar un papel preponderante en muchas de las variantes de la vida. Desde la biología el tamaño ha estado incidiendo positiva y negativamente en la estructura social de los ciudadanos, de tal forma que una persona alta o muy alta está mejor considerada en su entorno que aquellos que son bajitos. Pero también está la contra, ya que una persona muy grande, por gorda, está peor vista que otra delgada y esbelta, provocando incluso enfermedades tan destructivas como la anorexia y la bulimia, contextualizadas en los tamaños.

Pero el gran caballo de batalla para los hombres es, sin duda, el tamaño del pene, que desafiando todas las leyes de la percepción, se mire como se mire, siempre está fuera de la norma. Existen «tratamientos» de estiramiento del pene para aquellos que se sienten en franca incompetencia por sus dimensiones y sufren de un verdadero complejo de inferioridad que les impide visitar un gimnasio o acercarse demasiado a una mujer.

La biología femenina es otro cantar, pero no se libran de los tamaños, ni mucho menos. El factor preponderante en las féminas es el volumen de los bustos. Las más tienden a agrandar el pecho hasta la talla noventa, que parece ser el patrón estético por antonomasia, hasta que se percatan con el tiempo que aquello empieza a caer por efecto de la gravedad y además es lo bastante incómodo y desagradable como para dejar surcos en los hombros por el efecto del peso de las mamas agrandadas, a pesar de que los materiales utilizados para ello sean ligeros y moldeables. Las menos, son las que apuestan por ajustar el pecho a medidas más pequeñas, porque el patrón de belleza sigue estando en la voluptuosidad y en la firmeza.

La paradoja del tamaño es incesante porque dependiendo de qué, se prefiere lo pequeño o lo grande. Se impone la talla XXL para comidas basura, sirviéndote unas hamburguesas descomunales que no hay quien acabe con ellas sin acompañarlas de un litro de cerveza y frente a ello se desarrolla la «nanotecnología» para hacerlo todo lo más enano posible con el fin de aligerar peso y los inconvenientes propios de lo que abulta demasiado.

Pero al final, nunca sabremos realmente cuál es el tamaño ideal del pene, que a la postre es lo que únicamente importa al macho.