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Reindustrialización

Algunos de los efectos de la globalización económica tienen que ver con la deslocalización industrial, el desplazamiento de la producción de manufacturas hacia otros lugares donde los costes de producción son menores y sus marcos reguladores más flexibles. La crisis económica había supuesto una presión adicional a la industria europea, obligada a contener los salarios para evitar un agravamiento del desempleo y poder así competir en los mercados internacionales.

Cuando parecía que la crisis era cosa del pasado y que un sector exportador más competitivo tiraba del crecimiento, el proteccionismo norteamericano y sus guerras comerciales y tecnológicas con China han vuelto a poner el énfasis en la producción industrial europea y en su estancamiento como consecuencia de las pugnas entre los dos gigantes económicos.

La reducción de los costes de exportación ya no puede consistir en trasladar la producción hacia países menos desarrollados y abaratar los costes de producción buscando el efecto de los menores salarios. La industria europea, y singularmente la española, ha de buscar la forma de modificar el modelo de especialidad productiva y dirigir sus políticas hacia una nueva reindustrialización más tecnológica e innovadora, sin dejar de reconocer que existen algunos sectores en la industria que mantienen una alta productividad precisamente por su alta capacidad tecnológica.

Pero frente a sectores más intensivos de empleo, este esfuerzo que realizan algunas grandes multinacionales españolas no es suficiente para impedir un proceso continuo de desindustrialización que, sin políticas industriales adecuadas, afecta a gran parte de las regiones en España.

La Comunidad Valenciana es una de ellas. No existen en su tejido productivo ganancias de productividad asociadas a industrias de intensidad tecnológica alta que expliquen la pérdida del peso de su industria en la economía regional, una de las razones junto a las ya mencionadas de la deslocalización o a la sustitución de la producción interior por importaciones. El seguir manteniendo un sesgo hacia actividades menos dinámicas y con inferiores requerimientos tecnológicos, normalmente en sectores tradicionales y maduros, con empresas de reducido tamaño y escaso esfuerzo innovador, las hace más débiles, limitan su eficiencia y, por tanto, su internacionalización.

En línea con los comunicados de la Unión Europa, tanto a nivel nacional como de la propia región valenciana se vienen marcando políticas y estrategias para una reindustrialización de sus economías. Los objetivos que se buscan pasan por un aumento de la población ocupada con estudios superiores, por un mayor gasto en innovación empresarial, por contar con empresas de mayor tamaño, y por lograr aumentar el volumen de las exportaciones. El capital humano, la innovación, la diversificación sectorial, el crecimiento empresarial y la internacionalización son los cinco ejes en los que se apoya la estrategia de la política industrial regional valenciana para poder alcanzarlos.

Sin embargo, sin recursos ni competencias para ello, las comunidades autónomas poco pueden hacer más que fijar algunos objetivos básicos y tratar de conseguir una mayor colaboración público-privada entre las instituciones y la clase empresarial que obligue al Gobierno de la nación a dotar de medios a lo que es una necesidad imperiosa, aumentar el peso de la industria en el PIB.

Se reconoce el esfuerzo que la Generalitat Valenciana viene haciendo con la creación de los distritos digitales, un atractivo para que empresas de software y de consultoría informática se instalen en ellos, pero no aprovecharíamos todas sus ventajas si no se produce una sinergia con la industria valenciana adaptando y aplicando sus desarrollos.

Es notorio la inmensa capacidad emprendedora que tiene esta región, y que en la provincia de Alicante vemos a través de la adaptación que hacen algunos de los sectores más tradicionales como el calzado, el textil o la industria agroalimentaria. Sin embargo, esta capacidad se ve limitada hacia una mayor diversificación por la falta de financiación y, sobre todo, de inversiones privadas tanto locales como foráneas para dar el salto a lo que ya es una realidad en muchos países avanzados, la industria 4.0.

Fabricar mediante procesos inteligentes y tecnológicos avanzados, cuyas características más sobresalientes son la incorporación de sistemas interconectados en todo el proceso productivo, las impresiones en 3D, las aplicaciones del big data y la robotización colaborativa, es la clave para que la digitalización de la economía tenga su mayor sentido, para atraer y también retener el talento y el conocimiento, y para hacer posible una nueva reindustrialización de la economía valenciana en su conjunto, base del crecimiento, del empleo estable y del progreso

El ejemplo que nos ofrece una empresa local radica en Elche como es Tempe al asociarse al grupo Inditex, desarrollando una innovadora y sofisticada plataforma logística, creando empleo de calidad e invirtiendo en unas instalaciones modernas y vanguardistas debería tenerse en cuenta como modelo de emprendimiento, de capacidad de gestión y de adaptación a una economía más abierta e internacional.

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