El Brexit, la salida de los británicos de la Unión Europea, es muy importante, y no cabe duda que lo es, por eso británicos y europeos continentales llevamos tres años mareando la perdiz hasta llegar al punto de partida. La dimisión de la primera ministra Theresa May es el penúltimo capítulo. La batalla en el partido Tory, conservador, empezó cuando el primer ministro David Cameron se puso a jugar a la ruleta política. Primero con el referéndum en Escocia, y luego con el referéndum sobre la permanencia o no en la Unión Europea, cuando su objetivo era unir a los tories. Se han encontrado con la maleta en la puerta de la Unión y ahora los conservadores británicos, más divididos que nunca, no saben si van o vienen. Seguimos elucubrando con el Brexit, con las posibles modalidades de votación en el parlamento británico o quién será el premier que se atreva a deshacer semejante enredo. Ahora, unas semanas más para elegir un nuevo primer ministro.

Mientras, hay 14 millones de personas que viven en la pobreza en Gran Bretaña, niveles récord de hambre y de personas que se encuentran sin hogar y dentro de dos años alrededor del 40% de los niños vivirá en condiciones de pobreza. «Todo ello resultado de un proyecto ideológico diseñado para cambiar de forma radical la relación entre el gobierno y la ciudadanía» que ha provocado el descenso de los niveles de bienestar en un breve lapso de tiempo, afirma el relator especial de la ONU, Philip Alston, sobre pobreza extrema y derechos humanos, tras su visita oficial que tuvo lugar el pasado noviembre, aunque el informe final se ha conocido en mayo. Son las consecuencias del «experimento de la austeridad», dice. Es evidente que con más de una quinta parte de la población por debajo del umbral de pobreza, en la quinta potencia económica mundial, podemos seguir hablando del Brexit o de los herederos de la familia real británica, mientras la esperanza de vida se reduce, los servicios se degradan, hay una enorme desinversión en el sistema de seguridad social y hasta el acceso a los tribunales de los grupos de bajos ingresos se ha visto drásticamente reducido también por los recortes en la asistencia jurídica.

Hoy en Gran Bretaña «hay más gente empleada que nunca», afirma el gobierno, pero un 16% de las personas mayores de 65 años viven en pobreza relativa, y millones de empleados dependen de diversas formas de donativo para llegar a fin de mes, en gran parte debido a la reducción del gasto gubernamental en servicios. Según Philip Alston, el relator de Naciones Unidas, «las políticas de austeridad y los cortes drásticos a los servicios sociales están perpetuando niveles muy altos de pobreza e infligiendo miserias innecesarias en uno de los países más ricos del mundo».

Una quinta parte de la población es pobre: 14 millones de personas. Un millón y medio son desamparados que no pueden permitirse los bienes esenciales. Tras años de progreso, la pobreza está aumentando. La pobreza infantil crecerá un 7% entre 2015 y 2022. Las personas sin hogar han aumentado un 60% desde 2010. «Esto no es sólo una desgracia, sino también una calamidad social y un desastre económico, todo en uno», dice Alston. Los ayuntamientos en Inglaterra han sufrido un recorte de fondos del gobierno del 49% desde 2010, lo que ha provocado el cierre de centros y servicios comunitarios y para jóvenes. Las víctimas han sido principalmente los trabajadores pobres, madres solteras, personas con discapacidad, y niños atrapados en el ciclo de pobreza del que será difícil escapar. El relator considera que los sucesivos gobiernos han ordenado «el desmantelamiento sistemático de la red de protección social».

El informe del relator especial de la ONU señala que la situación se agravará «de continuar adelante la salida del Reino Unido de la Unión Europea, Brexit, es probable que tenga un importante efecto negativo para las personas más vulnerables». Aumentará el número de personas pobres si el gobierno no las protege y no reemplaza los fondos actuales de la Unión Europea para ayudar a esas personas.

Aunque a Donald Trump no le gusta que los británicos den cancha a los chinos de Huawei, o que no aporten lo que deben al presupuesto de la OTAN; les ha prometido que tendrán un trato preferente si dejan la Unión Europea. El problema es que el presidente norteamericano no se caracteriza precisamente por ser un fiel cumplidor de los acuerdos.