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Francisco José Benito

La cuarta vía

F. J. Benito

El turismo nos beneficia a todos cuando en la Costa Blanca pasan cosas, pero hay que generarlas

Las mejores Hogueras de San Juan de la historia en Alicante obligan a que Administración y empresarios se estrujen las meninges para crear atractivos, pero no solo en la capital sino en todos los municipios

Las Hogueras de San Juan de este año, las fiestas mayores de Alicante, han confirmado definitivamente, por si a alguien le quedaba alguna duda, que cada vez que en cualquier municipio de la provincia pasan cosas todos los sectores económicos se benefician. Obviamente, no todas las ciudades alicantinas tienen eventos con la capacidad de atracción de las Hogueras. De ser hace unos años unas fiestas eminentemente locales, que solo en el caso de caer en fin de semana atraían a miles de visitantes de toda la provincia, han pasado a tener un carácter de polo de atracción turística con visitantes en las calles antes, incluso, de la Plantà. Como ejemplo, el hecho de que dos médicas especialistas en Medicina Fetal, cuyo congreso mundial se ha celebrado esta semana, adelantaran su llegada a Alicante cinco días, nada menos que desde San Francisco, para disfrutar de las Hogueras. ¿Frikis? ¿Alicante antes que Granada? Los hechos están ahí y me consta que no aparecieron en el hotel Amérigo como dos yanquis despistadas, sino que llegaron documentadas, con ganas de empaparse de la cultura alicantina del fuego y con dinero.

Se lo pasaron bomba a pesar de que, y ahí volvimos a fallar, se les prohibiera vivir en directo la mascletà desde uno de los balcones de la Plaza de los Luceros, por ese a veces exceso de celo de los agentes que controlan el cierre de los accesos a las viviendas de la plaza. Vamos, que lo mismo te dejan acceder solo 15 minutos antes de que el pirotécnico encienda la mecha, que te cortan la entrada con media hora de antelación, o a veces más, dependiendo de cómo le vaya el día al agente de turno. La famosa hospitalidad turística que en muchas ocasiones nos falta en Alicante, pese a los esfuerzos de Francesc Colomer, secretario autonómico de Turismo, por promoverla cada vez que trata de orientar sobre la línea a seguir.

Al margen de la anécdota que las turistas estadounidenses, las mismas, por cierto, que se gastaron 130 euros en una excursión para que les enseñaran el Mercado Central y a preparar un arroz de pescado, lo que por sí solo demuestra la importancia que tiene el turismo para Alicante es que el sector servicios de la ciudad cerró el martes las Hogueras con una facturación cercana a los 130 millones de euros. Pues bien, cuarenta de esos 130 millones se los dejaron los turistas, según datos del sector y certificados por un estudio de un equipo de economistas de la Universidad de Alicante dirigidos por el profesor Bartolomé Marco. Es decir, que 40 millones de euros en una semana no se facturan todas las semanas y menos en una ciudad como Alicante en la que pasan muy pocas cosas durante el año al margen de las Hogueras, los congresos médicos y, cada cuatro años, la salida de la Vuelta al Mundo a Vela. Por no tener, Alicante no cuenta con un equipo de fútbol en Primera División, algo que supondría una buena fuente de ingresos cada quince días, imposibles con el Hércules en Segunda B.

El hecho que pasen cosas en Alicante, Benidorm, Elche, Alcoy? no sólo beneficia al sector servicios, a los hoteles, a los miles de bares, a las tiendas. La tasa de retorno es general para todos. Desde el turista que viene, se lo pasa en grande, repite y, quién sabe, hasta puede terminar comprándose una segunda residencia, al propio comerciante, ajeno directamente al flujo de turistas, pero al que le conviene que la ciudad se llene de visitantes, y que a los propios alicantinos les vaya bien. Vamos, que al propietario de una tienda de ropa o electrodomésticos le da igual que el «polo» o el frigorífico se lo compre un turista de Liverpool o Burgos que un trabajador de restaurante del centro de la ciudad o de San Blas, y si son los tres pues mejor.

Pero para que las ciudades se llenen y Benidorm vuelva a ser un ejemplo a seguir, tienen que pasar cosas. ¿Se imaginan cinco eventos como las Hogueras o con la mitad de su impacto cinco o seis veces al año? Alicante ha demostrado que tiene iniciativa privada de sobra, pero para lograr este éxito necesita ir de la mano de una administración, en este caso local, que cree que los turistas surgen como las fresas silvestres, la gran e histórica equivocación.

Conciertos, festivales, congresos -del Palacio ya ni se habla-, eventos deportivos de peso son los que año tras año llenan hoteles de muchas ciudades europeas, un buen puñado españolas, que no tienen ni el clima ni la excelente conectividad de una provincia que cuenta con AVE directo a Madrid y con un aeropuerto con cien rutas que, puertas hacia dentro, es el mejor de Europa en su segmento -entre cinco y quince millones de pasajeros al año-, aunque siga sin conexión ferroviaria. Es decir, la infraestructura de comunicación existe, en cuanto al clima ni la envidiada Málaga nos supera. ¿Qué hacer entonces? Estrujarnos las meninges y que la tan cacareada colaboración público/privada sea una realidad, y no algo que se queda en las conferencias y los programas electorales. Los 130 millones de euros de las Hogueras y el lleno del Martínez Valero con el concierto de Alejandro Sanz son dos ejemplos que refuerzan la aseveración. Cuando en las ciudades pasan cosas, es más fácil que todo vaya bien.

El dato. Tras las mejores fiestas de Hogueras de la historia en rendimiento económico, en Alicante se ha estirado la semana con un congreso mundial de Medicina Fetal en el que han participado más de 2.000 médicos con un impacto económico «adicional» de tres millones de euros. Congreso que ha tenido que celebrarse en el pabellón donde juega el Lucentum al baloncesto por la falta de infraestructuras. Para mirárselo. Ahí tiene un reto la flamante nueva concejala de Turismo, Mari Carmen Sánchez.

Y volviendo a la hospitalidad. Esta denuncia vale tanto para la atención a los turistas como para los propios alicantinos. No es de recibo que para pedir cita y ver el resultado de una resonancia en el Hospital General de Alicante una paciente tuviera que llamar el pasado miércoles 28 veces hasta que alguien le cogió el teléfono. Miércoles, tras cuatro de fiesta, pero es que solo se podía llamar de 13.30 a 14.30 horas. Veintiocho llamadas.

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